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La exposición continua a información negativa, como tragedias, conflictos o desastres, acaba saturando emocionalmente a las personas, desencadenando ansiedad, tristeza o una percepción de falta de control. Nunca, hasta ahora, había tenido una sensación tan fuerte de que el mundo se ha vuelto loco.
Jesús:
Entiendo lo que sientes. El flujo constante de noticias trágicas y violentas puede oscurecer tu mirada y hacerte creer que el mal tiene la última palabra. Nunca antes la humanidad estuvo tan conectada a través de los medios; nunca antes tantas imágenes de dolor llegaron tan rápido al corazón. Esta abundancia de información, lejos de acercar al amor, muchas veces alimenta el miedo, la indignación o la desesperanza.
Pero recuerda: el mundo no es solo lo que muestran los titulares. Allí donde los periódicos anuncian caos, también existen gestos silenciosos de bondad que no ocupan portadas: una madre que consuela, un médico que cuida, un joven que defiende la justicia, un corazón que perdona. El Reino de Dios se manifiesta de maneras invisibles, pequeñas, pero reales, y ninguna noticia puede anularlo.
El peligro está en dejar que la oscuridad que ves desde fuera penetre en tu interior. Si te llenas solo de voces negativas, corres el riesgo de perder la paz que yo te doy. No se trata de cerrar los ojos al sufrimiento del mundo, sino de mirarlo conmigo. Si lo miras sin mí, sentirás que todo es absurdo; si lo miras en mi compañía, descubrirás que incluso en medio del dolor el Padre sigue sosteniendo la creación.
Cuando las noticias te depriman, haz una pausa. Ora. Respira en silencio mi presencia. Recuerda que yo vencí al mundo, y esa victoria no fue aplastando a mis enemigos, sino entregándome por amor. Lo mismo sucede ahora: el mal grita, pero el bien obra en silencio y transforma.
No olvides que el corazón humano es más profundo que cualquier estadística. Aunque veas guerras y odios, también existen conversiones, reconciliaciones y nacimientos de esperanza. La prensa difícilmente hablará de ellos, pero el cielo sí los celebra.
Te invito a no consumir las noticias como quien se deja arrastrar por una corriente, sino como quien ora y discierne. Escucha, pero no te quedes ahí: transforma la inquietud en intercesión, la tristeza en ofrecimiento, la impotencia en confianza. El ruido del mundo no puede apagar la voz del Padre si tu corazón se mantiene abierto.
No estás equivocado al sentir que el mundo parece loco; pero no olvides que mi Espíritu sigue actuando. El caos no es el fin, es el escenario en el que se despliega mi promesa: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».
No te alimentes solo de malas noticias. Alimenta tu alma con mi Palabra y con gestos de amor concreto. Entonces descubrirás que la luz no se extingue, aunque el mundo parezca oscurecerse. Yo soy esa luz, y nadie podrá apagarla.
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