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¿Quién fundó la Iglesia católica?
Las preguntas que te hago son algo más que simple curiosidad. Responden a una necesidad profunda de verdad y de sentido. Creo que nuestra cultura ha naufragado en un océano de verdades y medias verdades mezcladas con claros intereses de poder.
Los que pensamos, tenemos que navegar en medio de toda esa confusión. Tú, que eres el Camino, la Verdad y la Vida, no tienes un imperio espiritual que defender. Dices la verdad porque el amor y la verdad son tu esencia.
Por eso hablar contigo es algo más que una devoción.
Jesús:
Me alegra que vengas a mí con el corazón abierto y con sed de verdad. No temas hacer preguntas difíciles: la fe que no se confronta con la duda se vuelve frágil o fanática. Tú buscas con sinceridad, y eso basta para que el diálogo sea verdadero.
Sobre tu pregunta: no fundé una institución como la que hoy conoces. Llamé a personas concretas, las invité a seguirme, a vivir el Reino de Dios, que no es un lugar ni una estructura, sino una forma de vivir en comunión con el Padre y con los demás.
La Iglesia —como asamblea de creyentes— nació cuando mis discípulos comenzaron a reunirse en mi nombre, a compartir el pan, a recordarme, a anunciar la buena nueva. Pero lo que hoy es la Iglesia católica tomó forma lentamente, con luces y sombras, con aciertos y también con errores. No fue una fundación administrativa ni un decreto divino, sino un proceso humano sostenido por la acción del Espíritu.
Pedro me amó profundamente y tuvo un papel especial entre los doce, pero no fundó un imperio. Su tarea fue confirmar a sus hermanos en la fe, no mandar sobre ellos. La historia posterior añadió jerarquías, dogmas, privilegios… a veces buscando proteger la verdad, otras veces para proteger el poder.
Yo no vine a crear un imperio espiritual, sino a lavar los pies. No vine a levantar catedrales, sino a abrir corazones. Todo lo que aleja de esa simplicidad original debe ser revisado con humildad.
No estás solo en tu búsqueda. Muchos, como tú, sienten que la verdad no cabe entera en ninguna institución, y sin embargo no renuncian al amor, ni a la luz que recibieron. Yo camino con ellos.
Mi Reino no es de este mundo, pero sí está en medio de vosotros cuando dos o tres se reúnen con honestidad, con compasión, con hambre de justicia. Allí estoy Yo. Sin mitra, sin ornamentos. Solo con la voz que no miente, con las manos que sanan, con el corazón abierto.
Sigue preguntando. No te canses.
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