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A veces todo a mi alrededor parece un torbellino: noticias inquietantes, problemas que no dan tregua, tensiones en las relaciones. En medio de ese ruido, me pregunto si la paz que tú prometes es realmente posible. ¿Cómo vivirla cuando nada está en calma?
Jesús:
La paz que yo doy no es como la que el mundo ofrece. El mundo llama paz a la ausencia de problemas o a la quietud exterior, pero esa paz es frágil: basta un cambio repentino para que se rompa. La paz que viene de mí es distinta: no depende de que todo esté en orden, sino de que tu corazón esté anclado en lo que no cambia.
Mira el mar: en la superficie puede agitarse por el viento, pero en lo profundo hay aguas que permanecen inmóviles. Así es la paz que yo pongo en ti: una profundidad donde nada de lo exterior llega a perturbar. Esa quietud no nace de negar lo que pasa, sino de saber que, por encima de todo, estás en manos de tu Padre.
No esperes a que las circunstancias sean perfectas para tener paz. Si la buscas sólo en la calma exterior, vivirás pendiente de lo que no puedes controlar. En cambio, si aprendes a escuchar mi voz en medio del ruido, descubrirás que incluso en el caos puedes descansar.
Cuando las olas se levantaron aquella noche en el lago, yo estaba en la barca, dormido. No era indiferencia, era confianza. Mi descanso no dependía del silencio del mar, sino de la certeza de que el Padre estaba presente. Esa misma certeza es la que quiero que tú experimentes.
La paz que yo doy no te aísla del dolor ni de la lucha, pero te permite atravesarlos sin perderte en ellos. Es como una llama que arde sin ser apagada por la tormenta. Esa llama se alimenta de la oración constante, de la memoria de lo que ya he hecho por ti y de la entrega diaria de lo que no puedes resolver por tus fuerzas.
Si quieres conocer esta paz, empieza por dejar de luchar contra cada circunstancia como si tu vida dependiera de controlarlas. Entrégame tu ansiedad. Habla conmigo, pero también guarda silencio para escucharme. En ese silencio, aunque todo siga igual afuera, algo cambiará dentro de ti.
La quietud en medio del caos no es ausencia de movimiento, sino presencia de confianza. Cuando tu corazón se aquieta, no porque el viento haya cesado, sino porque sabes que yo sostengo la barca, entonces has encontrado la paz que no se quiebra.
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