viernes, 15 de agosto de 2025

Hablar con Jesús (45) Cuando la ofensa es tan grave que somos incapaces de perdonar.

Hola, Jesús:

A veces la herida es tan profunda que ni siquiera sé por dónde empezar a perdonar. No es sólo dolor, es como si algo dentro de mí hubiera sido arrancado para siempre. ¿Qué se hace entonces?

Jesús:

Perdonar no siempre es un acto inmediato. Hay heridas que parecen imposibles de cerrar con una sola decisión. Yo no te pido que finjas que no pasó nada ni que minimices lo que viviste. El perdón no es negar la gravedad de la ofensa, sino impedir que el veneno se asiente en tu corazón.

Cuando no puedas perdonar, empieza por desear que algún día sea posible. Ese deseo, aunque parezca débil, ya es una grieta por la que puede entrar la luz. No confundas el perdón con un sentimiento repentino de alivio; a veces es un camino que se recorre con pasos dolorosos, y cada paso cuenta.

Ponme en medio de la herida. Háblame de ella, incluso con palabras duras si hace falta. Yo puedo sostener tu ira, tu tristeza, tu sensación de injusticia. El perdón que nace de ti mismo será siempre insuficiente; el que nace de mí puede llegar más lejos de lo que imaginas, pero requiere que me dejes trabajar en ti.

Perdonar no significa confiar de nuevo sin discernimiento ni borrar las consecuencias de los actos. Significa que el mal que te hicieron ya no define tu presente ni condiciona tu eternidad. Significa que el dolor deja de ser un muro y se convierte en un umbral.

Hay heridas que en la tierra no se cierran del todo, y eso también forma parte de la verdad. El perdón, en esos casos, es sobre todo una entrega: "Señor, esta deuda no puedo saldarla yo; está en tus manos". Entonces yo tomo lo que es demasiado pesado para ti y lo llevo conmigo.

No temas si tu corazón no siente lo que tus labios dicen. A veces se empieza perdonando con la voluntad y el sentimiento viene después, como una primavera tardía. El verdadero milagro no es olvidar la ofensa, sino que puedas vivir sin que esa ofensa te gobierne.

Cuando no puedas perdonar, quédate conmigo. El tiempo y mi gracia harán lo que ahora parece imposible.

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