lunes, 11 de agosto de 2025

Hablar con Jesús (33) El amigo que llama a medianoche.

Hola, Jesús:

Tú dijiste que si uno tiene un amigo y va a él a medianoche para pedirle pan, aunque no quiera levantarse por ser tan tarde, lo hará por la insistencia del que llama. Dijiste también: «Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá». ¿Por qué insistes tanto en esa perseverancia?

Jesús:

Porque el corazón humano es distraído y voluble. Si pidieras solo una vez y al no ver respuesta abandonaras, no sabrías si tu petición era auténtica o solo un capricho del momento. La perseverancia desnuda el deseo y lo purifica: lo que resiste al paso de los días y a la sequedad es lo que verdaderamente habita en ti.

Yo no mido el tiempo como tú. Cuando pides, tu alma empieza un camino hacia la respuesta. A veces debo dejarte llamar mucho para que, al abrir, encuentres más que lo que pedías.

El corazón humano es como una lámpara que no siempre arde con llama constante. A veces se enciende por un impulso, pero pronto se apaga por el cansancio, la distracción o el desánimo. Si todo se obtuviera al primer intento, no distinguirías entre lo que realmente nace del fondo de tu ser y lo que solo es una chispa pasajera.

Cuando llamas una y otra vez, tu deseo atraviesa un desierto: allí pierde lo accesorio, lo impaciente y lo egoísta. Lo que queda, lo que sobrevive a la espera, es lo que de verdad buscas. La perseverancia no es para convencerme a Mí; es para que tú mismo descubras la verdad de tu corazón.

Tampoco creas que la puerta está cerrada para probarte. Más bien, está cerrada porque hay algo en tu interior que aún no está listo para entrar. Mientras golpeas, mientras insistes, algo se transforma dentro de ti: la súplica se convierte en comunión, el deseo en amor, la necesidad en gratitud.

Recuerda también que cuando llamas, muchas veces la respuesta llega de un modo distinto al que esperabas. Tal vez pedías pan, y yo te doy fuerza; pedías una salida, y yo te doy paciencia; pedías luz, y yo te regalo una noche en la que puedas aprender a confiar.

No soy un amigo que se hace rogar. Soy el Amigo que siempre escucha, incluso cuando parece que calla. La insistencia es para ti, para que cuando la puerta se abra, entres sabiendo que llegaste no por casualidad, sino porque no dejaste de creer que del otro lado había Alguien que te esperaba.

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