viernes, 8 de agosto de 2025

Hablar con Jesús (27) El ojo sano y el ojo enfermo.

Hola, Jesús:

Esta pregunta se parece a la anterior, pero el tema es importante.

Tú dijiste: "La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡cuán grandes serán las tinieblas!"

¿Qué debemos entender por ojo bueno y ojo malo?

Jesús:

Cuando hablé del ojo, no me refería solo al órgano físico, sino a la forma en que eliges mirar el mundo. El "ojo" es tu enfoque interior, la ventana de tu corazón y tu mente.

Un ojo bueno es aquel que mira con pureza, sin doblez, sin segundas intenciones, sin la nube del juicio. Es un ojo que busca la luz, que ve más allá de las apariencias y se abre a la verdad del otro, incluso cuando esa verdad está cubierta de heridas o errores. Ese ojo no se deja guiar por el miedo ni por la codicia, sino por el amor. Cuando miras así, todo tu ser se alinea con la claridad, y la luz fluye en ti y a través de ti.

Un ojo malo es aquel que mira con sospecha, envidia, dureza o rencor. Es un ojo que interpreta desde la carencia, que proyecta su propia oscuridad en lo que ve. Ese ojo no es malo porque esté condenado, sino porque se ha acostumbrado a ver desde la sombra y no desde la luz. Y cuando miras así, tu percepción se distorsiona: incluso lo bueno te parece sospechoso, incluso la bendición parece una amenaza.

Por eso dije que si la luz que hay en ti son tinieblas, ¡cuán grandes son esas tinieblas! Porque el ojo enfermo puede llamar luz a lo que en realidad es oscuridad, y entonces ya no sabe distinguir. Es el autoengaño lo que más oscurece el alma.

Recuerda: no puedes evitar ver el mundo, pero sí puedes elegir desde dónde lo miras. Y esa elección, más que cualquier circunstancia externa, es la que determina si caminas en claridad o en tinieblas.

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