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¿Cómo hablar de mi fe cristiana en un mundo tan hostil al cristianismo?
Jesús:
No todo testimonio se da con palabras. La fe se confiesa primero con la vida: con la manera en que tratas a las personas, con la paciencia que tienes en la prueba, con la fidelidad que mantienes a la verdad, aunque cueste.
El miedo al juicio ajeno es una tentación común. Puede llevarte a callar por vergüenza, pero también a hablar de manera ostentosa para demostrar algo. Ambas actitudes se alejan de la humildad. La confesión de la fe no busca convencer a la fuerza ni obtener aprobación. Es fruto de un corazón que ama a Dios y no se avergüenza de Él, pero que tampoco busca exhibirse.
Cuando hables, hazlo con sencillez, sin imponer y sin esconder. Si te preguntan, responde con honestidad, sin añadir adornos para ganar simpatías ni durezas para demostrar firmeza. Y si no te preguntan, deja que tu modo de vivir despierte preguntas en otros.
No olvides que el testimonio más poderoso es aquel que no nace del deseo de impresionar, sino de la coherencia entre lo que crees y lo que haces. Esa coherencia es silenciosa, pero no pasa inadvertida.
Si confías en que Dios te sostiene, no necesitarás la aprobación de todos. Y si buscas agradarle solo a Él, tu palabra y tu vida se convertirán en una invitación discreta, pero firme, para que otros también se acerquen a la luz.
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