lunes, 25 de agosto de 2025

Hablar con Jesús (69) Cuando Dios parece ausente.

Hola, Jesús:

¿Hasta qué punto Dios interviene en los asuntos humanos? Por ejemplo, ¿qué papel juega en situaciones de injusticias graves?

Jesús:

La pregunta que planteas es antigua como la humanidad: si Dios es todopoderoso y justo, ¿por qué no interviene de forma visible y definitiva en cada injusticia, en cada abuso, en cada dolor? Muchos han tropezado en esta cuestión y algunos han concluido que Dios se desentiende del mundo. Pero la verdad es más honda y exige mirar con paciencia y fe.

Dios interviene siempre, pero no siempre de la manera que esperan los hombres. Quisieran ver su mano como un rayo que fulmina al opresor o una fuerza irresistible que cambia de golpe las estructuras de este mundo. Sin embargo, Dios obra de otra manera: con respeto a la libertad humana, incluso cuando esa libertad se usa para el mal. Él no anula la responsabilidad del hombre, sino que siembra en medio del mal posibilidades de bien, abre caminos donde parecía que todo estaba cerrado, despierta conciencias que se rebelan contra la injusticia y sostienen la esperanza.

Mira mi cruz: allí parecía que Dios callaba y que la injusticia triunfaba. Los poderosos habían logrado condenar al inocente. Pero en el mismo acto en que me entregaban a la muerte, Dios estaba interviniendo en lo más profundo: transformando el sufrimiento en redención, el odio en perdón, la derrota en victoria. Así actúa el Padre: no siempre destruyendo el mal desde fuera, sino venciendo al mal desde dentro, dándole un límite y convirtiéndolo en semilla de vida nueva.

No te engañes: el silencio de Dios no es ausencia. A menudo es una invitación a que sus hijos participen de su obra. Cuando ves una injusticia y sientes en ti la indignación, el deseo de justicia y la compasión hacia los que sufren, allí mismo está actuando Dios en ti. Su intervención no es solo milagro exterior, es también impulso interior que mueve a los hombres a ser instrumentos de su Reino.

Un día, al final de la historia, se revelará plenamente lo que ahora parece oculto: la justicia de Dios será manifiesta y nada quedará sin respuesta. Pero mientras tanto, su intervención es discreta, paciente, respetuosa, y a la vez poderosa en lo invisible. No abandona a las víctimas, las sostiene. No legitima a los opresores, los confronta con su propia verdad.

Por eso, no dudes: Dios interviene. A veces lo hace deteniendo un mal que no llega a consumarse; otras, transformando un sufrimiento en fuente de gracia; siempre, acompañando y sosteniendo a quienes lo invocan. La clave está en no medir su acción con criterios humanos de eficacia inmediata, sino en confiar en que su providencia abraza incluso lo que no comprendemos.

¿Quieres ver la intervención de Dios? Mira en lo pequeño: en el consuelo que llega en medio de la angustia, en la solidaridad inesperada, en la fortaleza para resistir cuando todo parecía perdido. Allí está su mano, discreta pero firme, tejiendo la historia hacia su plenitud.

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