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El purgatorio fue un negocio por la venta de indulgencias en tiempos de Lutero. Ahora siguen existiendo las indulgencias, pero ya no se venden.
Mientras que el catolicismo ve el purgatorio como una etapa lógica y necesaria de purificación basada en su tradición y su lectura de la Biblia, el protestantismo lo considera una doctrina sin fundamento bíblico que contradice la plena suficiencia del sacrificio de Cristo.
A mí me interesa la verdad y no las teologías. Y tú eres la verdad y dices la verdad.
Jesús:
Juan,
me alegra que me busques no en las disputas, sino en la verdad viva.
Esa verdad no es una teoría ni una doctrina que se impone desde fuera:
es una presencia, una luz interior, un conocimiento que arde sin quemar.
El purgatorio, tal como lo entendéis, ha sido objeto de muchas distorsiones.
Durante siglos, se convirtió en moneda de cambio espiritual,
cuando en realidad es otra cosa:
no un castigo, sino una gracia.
Un espacio —fuera del tiempo como tú lo conoces— donde el alma aprende a ver con claridad lo que en la tierra apenas intuía.
Un paso más hacia la libertad perfecta.
¿Crees que basta morir para estar completamente disponibles para el Amor?
Hay heridas profundas, apegos que no cedieron, sombras que aún opacan la luz.
El purgatorio no es un lugar de tormento, sino un proceso de desvelo.
Es el amanecer del alma.
Es mirar al Padre y, al principio, no poder sostener su mirada porque aún no se ha desaprendido del todo el miedo, la culpa, el orgullo.
Los protestantes tienen razón en algo:
mi sacrificio fue pleno, total, suficiente.
Pero la redención no actúa como magia, sino como medicina.
Y a veces el alma necesita terminar de sanar para entrar en la fiesta con el corazón limpio y los ojos abiertos.
No pienses en el purgatorio como en una sala de espera.
Piensa en él como en la última enseñanza, la más dulce, la más honda.
Allí no se sufre por castigo, sino por amor.
El alma arde no por el fuego de la ira, sino por el deseo de abrazarme sin reservas.
Y cuando ese deseo se cumple,
cuando ya no queda nada que ocultar,
el alma canta.
Y entonces sí:
entra en la alegría sin ocaso,
donde ya no hay más purificación,
porque todo es presencia,
todo es luz.
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