lunes, 29 de septiembre de 2025

Hablar con Jesús (137) La búsqueda de experiencias místicas.

Querido Jesús:


La búsqueda de experiencias místicas ha fascinado a la humanidad desde tiempos remotos. Algunas culturas han recurrido a rituales, ayunos extremos, cantos, drogas o técnicas de meditación para alcanzar estados alterados de conciencia. Incluso dentro del cristianismo ha habido quienes han buscado arrebatos, visiones, éxtasis, fenómenos sobrenaturales, como si fueran la prueba definitiva de una vida espiritual auténtica.

Pero también me pregunto si, en muchos casos, esa búsqueda no es otra forma de escapar de la vida diaria, una evasión más sofisticada, una trampa del ego que busca lo extraordinario para sentirse especial. A veces temo que tanta fascinación por lo místico pueda alejarnos de lo esencial: el amor al prójimo, la humildad y la fidelidad en lo sencillo de cada día.

¿Cómo diferenciar una experiencia verdadera de un espejismo del ego? ¿Cómo reconocer cuándo Tú eres quien se revela y cuándo solo somos nosotros proyectando nuestros deseos o imaginaciones?

Jesús:

Hijo mío, escucha bien: no toda experiencia que parece mística viene de lo alto. El corazón humano es capaz de fabricar visiones, emociones intensas y estados alterados de conciencia que, aunque parezcan trascendentes, no son más que reflejos del propio deseo o del propio vacío.

Muchos buscan lo extraordinario porque creen que ahí está la prueba de mi presencia. Pero Yo no me escondo en los relámpagos interiores ni en los fuegos artificiales del alma. Yo estoy en la verdad que transforma, en el amor que permanece, en la fidelidad que se sostiene incluso en la aridez.

Cuando una experiencia viene de Mi Espíritu, nunca te encierra en ti mismo ni te llena de soberbia. Te abre al amor y a la humildad, te vuelve más compasivo y más capaz de soportar el sufrimiento con esperanza. El ego busca experiencias para engrandecerse, pero Mi gracia obra para que mueras a ti mismo y vivas en Mí.

La clave está en el fruto. Pregúntate: ¿qué queda después de esa experiencia? Si lo que permanece es amor, paciencia, perdón, humildad, entonces has tocado algo verdadero. Pero si lo que queda es orgullo, comparación con los demás, sensación de ser más especial que otros, entonces has probado un espejismo.

No busques arrebatos, visiones ni emociones extraordinarias. Yo mismo me acerco a ti en lo ordinario: en el silencio, en la oración sencilla, en el rostro del hermano, en tu fragilidad aceptada y ofrecida. Quien me busca con un corazón sencillo ya está viviendo la unión más alta, aunque no vea ni sienta nada.

La verdadera mística no consiste en experiencias que llenan de asombro, sino en dejar que mi amor te habite hasta transformar cada gesto, cada palabra, cada intención. No es espectáculo, sino unión. Y esa unión se mide no por la intensidad de lo sentido, sino por la fidelidad diaria, incluso en la noche del alma.

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