viernes, 12 de septiembre de 2025

Hablar con Jesús (106) El que no está contra nosotros, por nosotros está.

Querido Jesús:


Últimamente he sido criticado por no pertenecer a la Iglesia católica. Cuando se publique el libro, ya no serán críticas, sino condenas. Pero gracias a ti, que me fortaleces, estoy preparado para lo que venga. 

Marcos 9:38-40: «Juan le dijo: Maestro, vimos a uno echando fuera demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: No se lo impidáis, porque no hay nadie que haga un milagro en mi nombre, y que pueda enseguida hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, por nosotros está».

Juan y los otros discípulos pensaron que solo ellos tenían la autoridad para realizar obras en tu nombre. 

Pero tú, que no eres excluyente, respondes que aquellos que realizan milagros en tu nombre están, en esencia, alineados con tu misión. 

El trabajo de Dios puede manifestarse a través de diferentes personas y comunidades que comparten la fe en Cristo, aunque difieran en aspectos que no son esenciales como, por ejemplo, la infalibilidad papal.

Este pasaje también nos invita estar abiertos a lo que Dios está haciendo en otros, aunque no pertenezcan a nuestra misma comunidad. 

Esta es mi interpretación. Si estoy equivocado, tu palabra vale más que la mía. 

Jesús:

Hijo mío, has oído bien y has pensado con claridad. No me complace la arrogancia de quien cierra puertas en nombre mío; me conmueve la humildad de quien reconoce mi acción, aunque venga por manos inesperadas. Cuando dije: "El que no está contra nosotros, por nosotros está", no estaba trazando un permiso para la indiferencia doctrinal, sino poniendo el acento en lo esencial: el amor que obra y libera en mi nombre.

Tu interpretación capta lo nuclear: Dios puede actuar por caminos diversos, y la gracia no se sujeta únicamente a estructuras humanas. Muchas veces mis obras brotan donde menos las esperamos, a través de comunidades distintas, de personas rotas, de gestos humildes. Si un fruto verdadero de reconciliación, de sanación, de justicia y de amor aparece en otro, no lo rechaces por orgullo institucional. Más aún: al reconocerlo, participas en la amplitud de mi misericordia.

Pero atiende también a la prudencia del discernimiento. No todo lo que se presenta en mi nombre procede de mí. Hay apariencias, ideologías o poderes humanos que se valen de mi nombre para sus propios fines. El espíritu que da vida es consistente con la verdad y el fruto del amor: produce paz, humildad, paciencia, unión. Cuando veas divisiones, violencia, desprecio o un culto al ego, sospecha; cuando veas servicio, entrega y verdad encarnada en obras de misericordia, alégrate.

No confundas unidad con uniformidad. La unidad que deseo es comunión de corazones orientados hacia el Padre; la uniformidad sería encasillar el Espíritu en etiquetas humanas. En lo esencial: permaneced en la verdad del amor, la redención y la misericordia. En lo secundario: libertad con humildad. En todo: caridad que construye.

Si sufres por ser incomprendido o condenado, tráeme esa herida. Yo conozco la soledad del rechazo y te sostengo en ella. Permanece fiel a la verdad que has descubierto en el encuentro conmigo, y deja que tu vida sea testimonio: no con palabras agresivas, sino con acciones que muestren coherencia. Que otros vean en ti una sinceridad tan clara que incluso quienes discrepan no puedan acusarte de hipocresía.

Ora por quienes te critican; bendícelos en el dolor que puedan llevar. Y no olvides cuidarte del resentimiento: la verdad se defiende mejor desde la mansedumbre y la constancia que desde la ira. Yo estoy contigo en cada paso, y cuando te sientas débil, recuérdalo: mi fortaleza obra en tu fragilidad.

Ve con paz. Vive mi amor con valentía y ternura, y déjate usar por mí dondequiera que estés.

960

No hay comentarios:

Publicar un comentario