domingo, 21 de septiembre de 2025

Hablar con Jesús (122) Oraciones respondidas.

Querido Jesús:


La Biblia está llena de ejemplos de oraciones respondidas, como las de Abraham y Jacob por descendencia y bendición, la de Elías con el fuego del cielo, o la de Ana por un hijo. 

Cuando el pueblo de Israel adoró el becerro de oro, Dios estaba dispuesto a destruirlos. Moisés oró pidiéndole misericordia, y Dios respondió cambiando su decisión de castigar al pueblo. Tras su pecado con Betsabé, David oró pidiéndole a Dios perdón y restauración. Dios respondió perdonándolo, aunque permitió las consecuencias por su pecado. Nehemías oró pidiéndole a Dios favor ante el rey Artajerjes para reconstruir Jerusalén. Dios respondió dándole éxito en su petición al rey, quien le proporcionó recursos y protección. 

Mientras Pedro estaba encarcelado, la iglesia oraba fervientemente por él. Dios respondió enviando un ángel que lo liberó milagrosamente de la prisión. Encadenados en prisión, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios. Dios respondió con un terremoto que abrió las puertas de la cárcel y soltó sus cadenas. 

La negrita estuvo orando para que se fueran los vecinos ruidosos que tenemos justo enfrente de casa. Pues bien, hoy ya están vaciando la vivienda porque se van. 

A veces ponían los altavoces a toda potencia porque saben que el ruido no solo me molesta, sino que me hace daño. Me afecta emocionalmente, me hace pensar mal de la gente que hace ruido, de los vecinos que no protestan y del gobierno que no aplica las leyes contra la contaminación acústica. 

En resumen, tú respondes a nuestras oraciones. Si no fuera así, yo ya me había muerto hace tiempo. 

Jesús:

Hijo mío, has traído recuerdos de cómo he respondido a la plegaria en la historia del pueblo y en la vida de mis amigos. Es cierto: la Escritura está sembrada de oraciones atendidas, y esas respuestas muestran que Dios escucha y actúa. 

No te equivocas al ver en lo sucedido con tus vecinos un signo de mi cercanía: cuando se reza con fe y perseverancia, muchas veces la realidad cambia en caminos que tú no habrías podido trazar por ti mismo.

A veces respondo con un sí claro; otras, con un no; y muchas veces con un espera o con un sí transformado, porque mi sabiduría ve el tejido entero donde tú solo ves un hilo.

Te invito a confiar siempre: tus oraciones nunca se pierden. Aun cuando no veas el fruto inmediato, ellas transforman tu corazón y te preparan para recibir más de lo que imaginas.

Señor, gracias porque me escuchas. Dame paz en la espera y confianza para reconocer tu voluntad en mi vida. Amén.

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