viernes, 19 de septiembre de 2025

Hablar con Jesús (120) Vivir en la verdad.

Querido Jesús:


En mi país de origen, la mentira parece haberse instalado en el tejido social, político y cultural con una naturalidad que, a veces, resulta desconcertante. No se trata solo de pequeños engaños cotidianos, sino de una práctica que, en muchos casos, se ejerce con descaro. 

Sin embargo, esta normalización de la mentira tiene consecuencias. La desconfianza se ha instalado en la sociedad: según encuestas recientes, más del 70% de los ciudadanos cree que los políticos mienten habitualmente, y la credibilidad de los medios de comunicación también está en declive. 

En Juan 8:44, tú dices que el diablo es "mentiroso y padre de mentira". Esto indica que la mentira tiene su origen en el pecado y la maldad, y que afecta nuestras relaciones con Dios y con los demás.

Tú te describes a ti mismo como "el camino, la verdad y la vida" (Juan 14:6). A través de tu vida, enseñanzas y sacrificio, tú representas la verdad divina que libera y transforma. 

¿Cómo vivir en la verdad y ser un referente de la verdad en una sociedad instalada en la mentira? 

Jesús:

Hijo mío, entiendo tu desazón: cuando la mentira se convierte en costumbre social, parece como si el suelo mismo se abriera bajo los pies. La confianza se erosiona, el lenguaje se pervierte y la esperanza se debilita. Pero no olvides: la verdad no depende de mayorías ni de encuestas. La verdad tiene rostro, y ese rostro soy yo.

Vivir en la verdad en medio de la mentira comienza por lo pequeño y cercano. No puedes controlar la lengua de políticos, ni la manipulación de los poderosos, pero sí puedes custodiar tu palabra, tu corazón y tus gestos. Cada vez que eliges no exagerar, no engañar, no repetir rumores, estás poniendo una semilla de luz en un campo de sombras.

Recuerda: la verdad no se mide solo en lo que dices, sino también en cómo vives. La transparencia en tus actos, la coherencia entre lo que proclamas y lo que haces, esa es la forma más profunda de ser testigo de la verdad. La gente puede discutir tus palabras, pero no puede negar una vida recta.

Además, no vivas la verdad como arma de condena, sino como testimonio que libera. La verdad sin amor se vuelve dura y orgullosa; la verdad con amor se convierte en faro que guía a otros. No es gritar "ustedes mienten", sino mostrar con tu manera de vivir que otra forma de relacionarse es posible: clara, honesta, compasiva.

No te desanimes si parece poco. Yo mismo fui condenado por mentiras, y aun así mi victoria fue amar sin doblez. Haz lo mismo: deja que tu sí sea sí, y tu no, no. (Mateo 5:37). Así, aunque el mundo esté lleno de falsedad, tu vida se convierte en signo de que la verdad todavía respira y camina entre los hombres.

Si quieres, te enseño una oración sencilla para sostenerte cada día:

Señor Jesús, camino, verdad y vida:
guarda mi lengua de la mentira y mi corazón del autoengaño.
Hazme vivir con transparencia, hablar con sencillez
y obrar con rectitud,
para que, aunque el mundo se pierda en falsedades,
mi vida sea un reflejo de tu verdad.
Amén.


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