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Sin embargo, la realidad tiene la costumbre de contrastar las palabras con los hechos. Y en el caso de José Luis Ábalos, exministro de Transportes, la distancia entre discurso y conducta es tan escandalosa que no solo hiere al partido, sino al propio feminismo que dice encarnar.
Feminismo de micrófono, misoginia de reservado
Mientras Ábalos proclamaba que «el feminismo está en el ADN del socialismo», el sumario del caso Koldo revela una trama de comisiones, tráfico de influencias y, lo que es más repulsivo aún: un lenguaje y una actitud hacia las mujeres dignos del burdel, no del Consejo de Ministros.
En conversaciones intervenidas por la UCO, Koldo García, su asesor de confianza, hablaba de organizar un "fin de semana discreto" con mujeres que se iban a "repartir". Aparecen nombres como "la Carlota", "la colombiana nueva", y se valoraban sus atributos físicos y su disponibilidad como quien elige piezas de un catálogo. Todo esto mientras se gestionaban contratos millonarios de mascarillas durante la pandemia y se movía dinero a través de sociedades pantalla.
¿Dónde estaba entonces el feminismo del socialismo? ¿En qué momento se diluyó el ADN igualitario en esa cultura de camaradería varonil y degradante?
El sumario judicial no sólo implica a Koldo. El juez instructor ha citado a declarar a Ábalos y a Santos Cerdán (número tres del PSOE) por su papel en la trama. El auto los describe como "intermediarios decisivos" y encuentra indicios consistentes de cohecho, organización criminal y blanqueo.
Pero más allá del aspecto penal, lo que aquí se enjuicia en la plaza pública es otra cosa: el cinismo. Esa costumbre del poder de predicar una cosa y hacer otra. De ondear la bandera del feminismo en mítines y portadas, mientras se envían mensajes degradantes en WhatsApp y se reservan habitaciones para repartir mujeres como si fueran botín de guerra.
El problema no es solo Ábalos
Sería cómodo limitar el escándalo a la figura de Ábalos, expulsado del PSOE en cuanto la presión mediática superó el umbral tolerable. Pero el problema no es sólo él. El problema es una cultura de impunidad y propaganda que ha convertido al feminismo en coartada política.
Porque si ser socialista es ser feminista, entonces cada gesto contrario a esa igualdad —cada caso de abuso, de cosificación, de encubrimiento— se convierte en una traición doble: a las mujeres y al propio ideal político.
La izquierda no tiene el monopolio de la igualdad, como tampoco la derecha tiene el de la familia o el orden. Pero cuando alguien se arroga un valor como propio, tiene la obligación de ser ejemplar. O, al menos, de no ser miserable.
Una frase vacía
«Ser socialista es ser feminista» puede sonar bien en un cartel o en un discurso del 8 de marzo. Pero si al otro lado del eslogan se descubren favores, sobres, camas compartidas y mujeres tratadas como moneda de cambio, la frase se convierte en puro mármol hueco.
España no necesita más eslóganes. Necesita integridad. Y en eso, el PSOE tiene hoy mucho que explicar.
Audios intervenidos por la UCO
https://www.antena3.com/noticias/espana/salen-luz-audios-abalos-koldo-garcia-planificando-fin-semana-mujeres-2019_20250613684c68e7cf3ee62af1e5636a.html
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