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Sin embargo, este logro queda empañado por una realidad preocupante: el 83,2% de los contratos firmados en ese mes fueron temporales, a tiempo parcial o fijos discontinuos, dejando solo un 16,8% de contratos indefinidos a tiempo completo. Este panorama, reportado por medios como The Objective el 3 de junio de 2025, refleja una estructura laboral marcada por la precariedad y la inestabilidad.
Desglose de los contratos
De los más de 1,3 millones de contratos registrados en mayo, la distribución es reveladora:
Contratos temporales: Con 776.286 contratos, representan el 58,41% del total. Este tipo de contratación, caracterizado por su corta duración, sigue siendo el pilar del empleo en España, especialmente en sectores como el turismo y la hostelería, que impulsan las cifras en temporada alta.
Contratos fijos discontinuos: Sumaron 205.022, equivalentes al 15,4%. Aunque se clasifican como indefinidos, estos contratos se activan y desactivan según la demanda, dejando a los trabajadores en una situación de incertidumbre.
Contratos a tiempo parcial: Alcanzaron los 124.107, un 9,4% del total. Muchos de estos, aunque indefinidos, implican jornadas reducidas y salarios más bajos, lo que limita la estabilidad económica de los empleados.
Voces críticas
Expertos y representantes políticos han alzado la voz ante esta situación. Juan Bravo, vicesecretario de Economía del Partido Popular, ha criticado que el crecimiento del empleo se sustente en "contratos precarios", destacando la alta rotación: cerca de un millón de personas entran y salen del desempleo cada mes. José Luis Fernández Santillana, responsable de Estudios de la Unión Sindical Obrera (USO), coincide en que la contratación a tiempo parcial, más barata para las empresas, se ha disparado, perpetuando la inseguridad laboral.
La patronal CEIM y la consultora Randstad Research, por su parte, reconocen el impulso del turismo en la creación de empleo, pero advierten que la generación de puestos estables a tiempo completo sigue siendo insuficiente. La reforma laboral de 2021, que buscaba reducir la temporalidad y fomentar la estabilidad, parece haber tenido un impacto limitado. Aunque los contratos indefinidos han crecido, muchos se clasifican como fijos discontinuos o a tiempo parcial, lo que diluye su efecto.
Una realidad compleja
El mercado laboral español presenta una dicotomía: por un lado, la reducción del paro es una señal positiva; por otro, la calidad del empleo sigue siendo un desafío. La dependencia de contratos temporales, la intermitencia de los fijos discontinuos y el auge de las jornadas parciales reflejan un sistema donde la precariedad sigue siendo la norma para la mayoría. Mientras el turismo y otros sectores estacionales tiran de las cifras, la estabilidad laboral a largo plazo sigue siendo esquiva.
España se enfrenta a la necesidad de replantear estrategias que no solo creen empleo, sino que garanticen condiciones dignas y sostenibles para los trabajadores. Solo así se podrá transformar el actual modelo en uno que ofrezca verdadera seguridad y oportunidades para todos.
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