jueves, 12 de junio de 2025

Pedro Sánchez, adicto a un poder que se le va de las manos

La figura de Pedro Sánchez encarna como pocas el arte de la supervivencia política en un sistema parlamentario fragmentado. Desde su llegada a La Moncloa en 2018 mediante una moción de censura inédita en la historia democrática de España, el líder socialista ha demostrado una notable capacidad de maniobra. Sin embargo, esa misma habilidad ha ido acompañada de decisiones que han tensado —cuando no directamente erosionado— los equilibrios institucionales sobre los que se asienta nuestra democracia.

Pactos contra natura

La búsqueda de mayorías ha llevado a Sánchez a sellar alianzas con partidos que no ocultan su propósito de desmembrar el Estado. ERC, Junts y EH Bildu se han convertido en socios parlamentarios recurrentes, incluso indispensables. Si en 2016 prometía no dormir tranquilo con Podemos en el Consejo de Ministros, hoy gobierna apoyado por quienes no condenan el terrorismo de ETA o siguen celebrando el 1 de octubre. Lo que para algunos es "realismo político", para otros es una claudicación moral sin precedentes.

La amnistía como moneda de cambio

La ley de amnistía —redactada para contentar a los fugados del procés— representa el punto álgido de esa deriva. Se trata de una medida sin parangón en nuestro ordenamiento jurídico desde la Transición, y cuya justificación política resulta débil frente a la evidencia de su utilidad inmediata: facilitar la investidura de un presidente. Amnistiar a quienes desafiaron al Estado de Derecho no fortalece la democracia; la desnaturaliza.

Pandemia y excepcionalidad permanente

La pandemia ofreció al Gobierno la oportunidad de mostrarse eficaz en un contexto sin precedentes. Pero la gestión estuvo marcada por la opacidad, el abuso de los decretos-ley y un confinamiento declarado inconstitucional. Lejos de aprender la lección, el Ejecutivo consolidó un modelo de gobernanza que reduce el papel del Parlamento a un trámite decorativo. 

El escandaloso negocio de las mascarillas

Entre las sombras de la gestión pandémica surgió el llamado "caso Ábalos" o "caso Koldo", en referencia a Koldo García, asesor del exministro José Luis Ábalos. Fue detenido en febrero de 2024, acusado de lucrarse con comisiones millonarias procedentes de contratos de mascarillas (54 M€, con beneficios estimados en 17 M€) otorgados a su red de empresas mediante tramitación exprés y sin experiencia en el sector. Investigaciones judiciales y policiales ubican incluso al exchofer de Sánchez como gestor de certificados dentro de la trama. Estas sospechas han salpicado al Gobierno y despertado acusaciones de corrupción en plena emergencia sanitaria.

Falcon, propaganda y culto al líder

A Sánchez se le critica no solo por lo que hace, sino por cómo lo hace. El uso intensivo del Falcon para desplazamientos cuya naturaleza institucional es más que dudosa se ha convertido en símbolo de un estilo de gobernar basado en la autopromoción constante. La figura presidencial se proyecta en todo momento, incluso en decisiones que tradicionalmente correspondían al Consejo de ministros. Nada se mueve sin su voluntad.

La colonización institucional

A lo largo de estos años, organismos como el CIS, RTVE o incluso el Consejo General del Poder Judicial han sido objeto de una presión constante. La tentación de controlarlo todo, de subordinar lo institucional a lo partidista, ha impregnado la acción del Gobierno. El resultado es una creciente desconfianza ciudadana hacia las instituciones del Estado, deterioradas por una lógica de poder que no admite contrapesos.

Una democracia fatigada

Pedro Sánchez pasará a la historia como un político que, en su empeño por mantenerse en el poder, ha cruzado líneas rojas que antes eran consenso entre demócratas. Lo que deja atrás no es solo un país dividido, sino una democracia más fatigada, menos sólida y más expuesta a la arbitrariedad.

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