![]() |
Viktor Frankl |
Un hombre frente a la deportación
Nacido en 1905 en Viena en una familia judía, Frankl era ya un respetado psiquiatra cuando los nazis anexionaron Austria en 1938. A pesar de tener la oportunidad de emigrar a Estados Unidos, decidió quedarse para cuidar de sus padres. En 1942, él, su esposa Tilly, sus padres y su hermano fueron deportados. Frankl fue separado de su familia y enviado a diversos campos de concentración, donde enfrentó las atrocidades del Holocausto: hambre, trabajo forzado, brutalidad y la constante sombra de la muerte. Trágicamente, su esposa, sus padres y su hermano no sobrevivieron.
La supervivencia a través del sentido
En medio del sufrimiento, Frankl, con su formación en psiquiatría, observó cómo la psicología humana respondía al horror. Notó que quienes lograban aferrarse a un propósito —como la esperanza de reencontrarse con seres queridos, completar un proyecto personal o simplemente resistir como acto de desafío— tenían mayores posibilidades de sobrevivir. Esta observación se convirtió en el pilar de su logoterapia, una escuela de psicoterapia que postula que la principal motivación humana es encontrar un sentido a la existencia, incluso en las circunstancias más desesperadas.
En los campos, Frankl encontró significado en pequeños actos de humanidad: compartir un mendrugo de pan, ofrecer consuelo a un compañero o imaginar un futuro más allá de las alambradas. Estas acciones, aunque aparentemente insignificantes, le permitieron preservar su dignidad y su esperanza. En "El hombre en busca de sentido", relata cómo visualizaba conversaciones con su esposa o se imaginaba dando conferencias sobre sus experiencias, lo que le ayudó a mantener la voluntad de vivir.
El legado de la liberación
Liberado en 1945 por las fuerzas aliadas, Frankl regresó a Viena devastado por la pérdida de su familia, pero con una misión clara: compartir lo que había aprendido. En solo nueve días escribió "El hombre en busca de sentido", un libro que combina el relato crudo de su experiencia en los campos con los fundamentos de la logoterapia. Publicado en 1946, el texto se convirtió en un clásico, traducido a decenas de idiomas y leído por millones. Su mensaje central es universal: el sufrimiento, aunque inevitable, puede superarse al encontrar un propósito que trascienda las circunstancias.
Frankl no se limitó a escribir. Retomó su carrera como psiquiatra, fundó la logoterapia y trabajó incansablemente para ayudar a otros a encontrar sentido en sus vidas. Su enfoque humanista contrastaba con las teorías freudianas de la época, al enfatizar la libertad y la responsabilidad individual para elegir cómo enfrentar la adversidad.
Un testimonio de resiliencia
Viktor Frankl perdió a casi toda su familia durante el Holocausto. Su esposa, Tilly Grosser, fue deportada junto a él en 1942 al campo de Theresienstadt y luego trasladada a Bergen-Belsen, donde murió en 1945, probablemente de tifus o inanición, a los 24 años. Su padre, Gabriel Frankl, falleció en 1943 en Theresienstadt debido a inanición y neumonía. Su madre, Elsa Frankl, fue asesinada en la cámara de gas en Auschwitz en 1944. Su hermano, Walter Frankl, murió en 1944 en un campo de trabajo forzado. La única sobreviviente cercana fue su hermana, Stella, quien logró escapar a Australia antes de las deportaciones.
La experiencia de Viktor Frankl como sobreviviente del Holocausto no solo ilustra la capacidad humana para soportar lo inimaginable, sino que ofrece una guía para enfrentar las crisis existenciales. Su mensaje resuena hoy tanto como hace décadas: el sentido de la vida no se encuentra en la ausencia de dolor, sino en la forma en que elegimos responder a él. Frankl murió en 1997, dejando un legado que sigue iluminando a quienes buscan propósito en un mundo a menudo caótico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario