martes, 17 de junio de 2025

La socialdemocracia pierde terreno en toda Europa

La socialdemocracia, tal como la conocimos en el siglo XX, parece estar desvaneciéndose. Su fórmula histórica —un robusto Estado de bienestar combinado con un pacto social entre trabajo y capital— ha sido socavada por las fuerzas de la globalización y el neoliberalismo. Lo que alguna vez fue un pilar de estabilidad en Europa y otras regiones del mundo ahora enfrenta una crisis existencial, con partidos socialdemócratas en declive y un electorado cada vez más desencantado. ¿Es este el fin de la socialdemocracia o el preludio de su reinvención?

El desmantelamiento del modelo socialdemócrata

Durante décadas, la socialdemocracia representó un equilibrio entre el mercado y la justicia social. En países como Suecia, Dinamarca o Alemania, los gobiernos socialdemócratas construyeron sistemas de bienestar que garantizaban educación, salud y seguridad social universales, mientras negociaban acuerdos entre sindicatos y empresarios para mantener la paz social. Este modelo no solo redujo desigualdades, sino que también impulsó economías prósperas.

Sin embargo, desde los años 80, la globalización y el ascenso del neoliberalismo trastocaron este equilibrio. La desregulación, la liberalización comercial y la presión por la competitividad global llevaron a recortes en el gasto público y a la flexibilización de los mercados laborales. Los Estados de bienestar, antaño robustos, se vieron erosionados por privatizaciones y reformas que priorizaban la eficiencia económica sobre la cohesión social. Los partidos socialdemócratas, en muchos casos, se adaptaron a este nuevo paradigma, adoptando políticas centristas que diluyeron su identidad ideológica. 

El resultado es visible en las urnas. En Europa, los partidos socialdemócratas han perdido terreno frente a opciones populistas de derecha e izquierda, así como ante partidos verdes y liberales. En países como Francia o Italia, sus votantes tradicionales han migrado hacia alternativas que prometen respuestas más contundentes a las inseguridades de la globalización. La socialdemocracia, atrapada entre su pasado redistributivo y su adaptación al mercado, parece haber perdido su brújula.

¿Un modelo agotado?

La globalización no solo desmanteló las bases económicas del modelo socialdemócrata, sino que también transformó las dinámicas sociales. La precarización laboral, la automatización y la migración han fragmentado a la clase trabajadora, tradicional bastión de la socialdemocracia. Al mismo tiempo, el auge de las desigualdades y la crisis climática han generado nuevas demandas que los partidos socialdemócratas no siempre han sabido abordar con claridad.

En este contexto, el pacto social que sostenía la socialdemocracia —un compromiso entre capital y trabajo mediado por el Estado— parece insostenible. Las empresas multinacionales, con su capacidad para evadir impuestos y operar en jurisdicciones favorables, han debilitado la capacidad de los Estados para financiar sistemas de bienestar. Además, la retórica neoliberal ha permeado el discurso público, presentando al Estado como un obstáculo para el progreso en lugar de un garante de derechos.

Posibles caminos a seguir

Para recuperar su relevancia, la socialdemocracia debe abordar los desafíos del siglo XXI con audacia. Esto implica abrazar una agenda verde que combine la transición ecológica con la creación de empleos sostenibles, fortalecer la fiscalidad progresiva para combatir la concentración de riqueza y responder a las demandas de inclusión de sectores marginados. La polarización política actual puede ser una oportunidad para que la socialdemocracia recupere su voz como defensora de los vulnerables frente a las élites globales.

Conclusión

La socialdemocracia, tal como la conocimos, ha sido profundamente transformada por las fuerzas de la globalización y el neoliberalismo. Su modelo de Estado de bienestar y pacto social enfrenta una crisis estructural, y su declive electoral refleja una desconexión con las realidades de un mundo en cambio. Sin embargo, las demandas de justicia social, igualdad y sostenibilidad ambiental ofrecen un terreno fértil para su renacimiento. La pregunta no es si la socialdemocracia puede sobrevivir, sino si tiene la capacidad de reinventarse para liderar en un mundo que, paradójicamente, necesita sus principios más que nunca. Su futuro dependerá de su habilidad para adaptarse sin perder su esencia: la defensa de un equilibrio entre libertad, igualdad y solidaridad.

Autor: Maximilian Schulz
Traducido con DeepL
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