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La respuesta del expresidente y candidato republicano Donald Trump no se hizo esperar. En declaraciones recogidas por medios estadounidenses, Trump calificó a España como "el único país que se niega a pagar su parte" y advirtió que, de ganar las elecciones de noviembre, impondrá el "doble de aranceles" a las exportaciones españolas. "Si no quieren pagar en defensa, van a pagar en comercio. Es muy simple", sentenció.
¿Guerra comercial en ciernes?
Trump mencionó directamente la posibilidad de atacar las exportaciones españolas más estratégicas hacia EE. UU.: aceite de oliva, vino, maquinaria, productos farmacéuticos y alimentos procesados. España exporta anualmente más de 17.000 millones de euros a Estados Unidos, siendo este su principal socio comercial fuera de la UE. Cualquier incremento arancelario podría perjudicar gravemente sectores clave de la economía española, especialmente el agroalimentario y el industrial.
Un conflicto con múltiples derivadas
Este inesperado giro sitúa a España en el centro de una potencial guerra comercial con el que podría volver a ser el hombre más poderoso del mundo. Más allá de los impactos económicos, el episodio revela una tensión estructural entre dos visiones del liderazgo occidental: una basada en la presión armamentística, y otra que apuesta por un equilibrio entre seguridad y bienestar social.
Pedro Sánchez ha abierto un frente impredecible con un rival que no acostumbra a dejar advertencias sin cumplir.
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