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La reciente dimisión de Santos Cerdán, ex secretario de Organización del PSOE, ha intensificado la tormenta política. Su implicación en una presunta red de adjudicación irregular de obras públicas, que incluiría comisiones ilegales y vínculos con otros exdirigentes socialistas como José Luis Ábalos y su antiguo colaborador Koldo García, ha encendido todas las alarmas. Aunque la salida de Cerdán se ejecutó con rapidez, las consecuencias políticas de la trama parecen fuera de control.
Crisis de confianza en el bloque de investidura
Coalición Canaria ha sido la primera en marcar distancia, asegurando que "no puede garantizar su apoyo" a Sánchez si no se adoptan medidas inmediatas y contundentes de transparencia. Desde otras formaciones aliadas, como ERC y Sumar, también crecen las voces críticas, aunque con mayor prudencia. La sensación común es que el caso ha dinamitado la credibilidad del Ejecutivo y pone en riesgo la frágil mayoría que lo sostiene.
"No se puede seguir gobernando como si no pasara nada", afirman fuentes parlamentarias del entorno socialista, reconociendo el "profundo desgaste" que ha generado la trama.
El PSOE, en estado de shock
Dentro del propio PSOE, el estado de ánimo no es mejor. La intervención del presidente en la última sesión de control parlamentario, en la que intentó desviar la atención atacando al PP como "enciclopedia de la corrupción", no ha convencido ni siquiera a algunos de los suyos. El presidente manchego, Emiliano García-Page, ha sido tajante: "Sánchez reconoció en privado que no está en condiciones de volver a ser candidato".
Mientras tanto, crece la presión desde sectores mediáticos próximos al Gobierno. Enric Juliana, desde las páginas de La Vanguardia, advertía recientemente que "la supervivencia política de Sánchez está objetivamente amenazada".
Una legislatura sin rumbo
A la ausencia de Presupuestos Generales del Estado se suma ahora un relato oficial desgastado, donde las explicaciones del Gobierno llegan tarde y mal. La oposición del Partido Popular, encabezada por Alberto Núñez Feijóo, ha calificado la situación como un "fallo multiorgánico del Gobierno" y pide elecciones anticipadas. Vox, por su parte, habla de "estado de excepción moral".
En este contexto, el Ejecutivo parece haber perdido la iniciativa política. La legislatura avanza a tientas, sin hoja de ruta clara y con el bloque de investidura fragmentado. La posibilidad de una cuestión de confianza, o incluso de una convocatoria electoral, ya no se percibe como un escenario improbable.
El futuro de Sánchez, en el alambre
Legalmente, Pedro Sánchez podría continuar en el poder hasta 2027. Sin embargo, el coste político y moral del escándalo puede ser insostenible si no se produce un giro radical. La exigencia de auditorías internas, renovación de figuras clave del partido y mayor control institucional ya está sobre la mesa. Pero muchos se preguntan si no es demasiado tarde.
La imagen del presidente, que hace apenas un mes reaparecía con fuerza tras su "retiro reflexivo", se ha vuelto a erosionar. Si algo se ha roto es la confianza. España asiste a una descomposición lenta, pero visible del proyecto sanchista. El derrotismo ha calado. Y nadie parece tener el control.
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