sábado, 21 de junio de 2025

El precio del feminismo de escaparate

Desde su llegada a La Moncloa, Pedro Sánchez no ha escatimado gestos simbólicos para presentarse como un abanderado del feminismo. "Un gobierno feminista", prometió al conformar el primer gabinete con más mujeres que hombres en la historia democrática de España. El eslogan ha sido repetido hasta la saciedad en foros internacionales, mítines y campañas electorales. Pero cuando ese feminismo ha chocado con la realidad interna del partido, la balanza ha terminado inclinándose del lado del cálculo, no del compromiso.

En política, los gestos importan. Pero cuando los gestos no se acompañan de una transformación real, se convierten en puro escaparate. Eso es lo que empieza a percibirse en el caso del feminismo que abandera Pedro Sánchez: un relato construido con eslóganes, fotos paritarias y grandes declaraciones, pero con pies de barro.

Desde el inicio de su mandato, Sánchez ha hecho del feminismo una pieza central de su marca personal. Designó a mujeres en cargos clave, asumió la causa feminista en foros internacionales y convirtió la igualdad de género en elemento identitario del "progreso" frente a la "reacción". Pero los hechos hablan con más fuerza que los discursos, y en los últimos tiempos ese feminismo cuidadosamente diseñado para las cámaras ha chocado contra una realidad más tozuda: la persistencia del machismo en el seno de su propio partido.

Los audios del caso Koldo

Los audios escandalosos del caso Koldo destaparon un machismo cutre, asqueroso, vulgar, arraigado y arrogante entre hombres que han gozado de poder bajo el paraguas socialista. La expulsión de Ábalos fue fruto de la presión mediática y no de una línea roja ética infranqueable.

El verdadero feminismo no se mide por la cantidad de ministras, sino por la calidad del cambio que se produce en las estructuras del poder, en los espacios de decisión. Si el PSOE no es capaz de erradicar el machismo de sus propias filas, su discurso se derrumbará por su propio peso, con consecuencias no solo para ellos, sino para toda la causa feminista.

El feminismo de Pedro Sánchez está herido de gravedad por la incoherencia interna, por la resistencia de un PSOE que no ha hecho del feminismo una convicción real sino una herramienta electoral. Y nada daña más una causa justa que la hipocresía de quienes dicen defenderla mientras socavan sus cimientos desde dentro.

Si Pedro Sánchez quiere salvar algo de la credibilidad feminista que construyó con tanto empeño, no basta con discursos grandilocuentes ni fotografías paritarias. Hará falta algo mucho más difícil: limpiar su propia casa.

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