viernes, 9 de mayo de 2025

Juan Pablo II. La santidad en debate. Entre la canonización y las acusaciones de encubrimiento

Karol Wojtyła, conocido como Juan Pablo II, fue una figura central del siglo XX, tanto en la esfera religiosa como en la política global. Canonizado en 2014, su papado (1978-2005) es recordado por su carisma, su influencia en la caída del comunismo y su énfasis en la defensa de los valores cristianos. Sin embargo, su santidad ha sido objeto de controversia, especialmente por las acusaciones de que encubrió casos de pederastia en la Iglesia católica, tanto antes como durante su pontificado. Este artículo examina la versión oficial que defiende su canonización y la versión crítica que cuestiona su legado, con un enfoque en las denuncias de encubrimiento de abusos sexuales.

La versión oficial: Juan Pablo II, un santo de la Iglesia

La Iglesia católica proclamó a Juan Pablo II santo el 27 de abril de 2014, en un proceso de canonización notablemente rápido. Según la versión oficial, Wojtyła fue un líder excepcional que transformó la Iglesia y el mundo. Entre sus méritos se destacan:

• Liderazgo espiritual y moral: Juan Pablo II es reconocido por su defensa de la dignidad humana, su oposición al comunismo y su promoción de la paz. Su papel en la movilización de Polonia contra el régimen soviético, a través de sus visitas papales y su apoyo a movimientos como Solidaridad, es considerado un hito histórico.

Milagros y virtudes heroicas: La canonización requiere pruebas de milagros atribuidos al candidato. En el caso de Juan Pablo II, se le atribuyó la curación milagrosa de una monja francesa, Marie Simon-Pierre, de la enfermedad de Parkinson en 2005, y la recuperación de una mujer costarricense, Floribeth Mora, de un aneurisma cerebral en 2011. Estos eventos, validados por el Vaticano, respaldaron su santidad.

Reforma de la Iglesia: Wojtyła canonizó a casi 500 santos, más que cualquier otro papa, y promovió una visión conservadora que reafirmó las enseñanzas tradicionales sobre temas como el aborto y la anticoncepción. Para sus defensores, esto fortaleció la identidad católica en un mundo secularizado.

Respuesta a los abusos: La postura oficial sostiene que Juan Pablo II no fue plenamente consciente de la magnitud de los casos de pederastia durante su pontificado. Sus partidarios argumentan que, en la época, la Iglesia manejaba estos casos internamente, siguiendo las normas del derecho canónico, y que Wojtyła confió en sus subordinados para abordar las denuncias. Además, se destaca que en 2001, mediante la carta apostólica Sacramentorum sanctitatis tutela, delegó la investigación de abusos a la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por Joseph Ratzinger (futuro Benedicto XVI), como un paso hacia una mayor transparencia.

El postulador de su canonización, Slawomir Oder, ha calificado las acusaciones de encubrimiento como "completamente absurdas", afirmando que todas las cuestiones relacionadas con abusos fueron investigadas durante el proceso de canonización. Oder sostiene que Wojtyła fue un "poderoso intercesor" cuya santidad no puede ser cuestionada por errores humanos o limitaciones de su tiempo.

La versión crítica: Acusaciones de encubrimiento de pederastia

Pese a su canonización, numerosos críticos, incluidos periodistas, víctimas y ex sacerdotes, han cuestionado la santidad de Juan Pablo II, acusándolo de haber encubierto casos de pederastia tanto como arzobispo de Cracovia (1964-1978) como durante su papado. Estas críticas se basan en investigaciones periodísticas, documentos históricos y testimonios de víctimas, que sugieren una cultura de ocultamiento institucionalizada en la Iglesia bajo su liderazgo.

Antes del papado: Cracovia

Investigaciones recientes, como el libro Máxima Culpa: Ekke Overbeek y un documental de la cadena polaca TVN24 aseguran que Wojtyła, como arzobispo de Cracovia, estaba al tanto de abusos sexuales cometidos por al menos tres sacerdotes y optó por trasladarlos a otras parroquias en lugar de sancionarlos o denunciarlos a las autoridades.

Casos documentados: El periodista Marcin Gutowski recopiló testimonios y documentos que indican que Wojtyła conoció denuncias de abusos en su diócesis. Por ejemplo, un hombre afirmó haber informado personalmente al cardenal sobre un cura que abusó de menores en Kiczorze, pero Wojtyła le pidió guardar silencio. En otro caso, el sacerdote Józef Loranc, condenado por abusos en 1970, fue reintegrado al ministerio tras cumplir solo un año de cárcel, con la aprobación de Wojtyła, quien le permitió volver a oficiar misas.

Traslados de sacerdotes: En lugar de sancionar a los acusados, Wojtyła los trasladó a otras diócesis, incluso al extranjero. Un caso notable involucró a un sacerdote enviado a Viena con una carta de recomendación al cardenal Franz Koenig, sin mencionar las acusaciones en su contra.

Los críticos argumentan que estas acciones reflejan una práctica común en la Iglesia de la época: priorizar la reputación institucional sobre la justicia para las víctimas. Sin embargo, algunos defensores, como el historiador Marek Lasota, advierten que los documentos citados, muchos provenientes de los servicios secretos comunistas, deben ser evaluados con cautela, ya que podrían haber sido manipulados para desacreditar a Wojtyła, un firme opositor al régimen.

Durante el papado: Casos emblemáticos

Como papa, Juan Pablo II enfrentó denuncias de abusos sexuales que, según los críticos, no abordó con la seriedad necesaria. Los casos más destacados incluyen:

Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo: Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, fue acusado desde 1997 por ocho exmiembros de haber abusado sexualmente de ellos durante décadas. A pesar de estas denuncias, Juan Pablo II elogió públicamente a Maciel en 2004, calificándolo como "querido padre", "ejemplo para la juventud" y bendiciendo su ministerio. Los críticos, como el ex sacerdote Alberto Athié, sostienen que Wojtyła protegió a Maciel debido a su influencia y capacidad para atraer vocaciones y fondos al Vaticano.

Escándalo de Boston y Bernard Law: En 2002, una investigación del Boston Globe reveló cientos de casos de abusos sexuales encubiertos por la arquidiócesis de Boston, liderada por el cardenal Bernard Law. Law, acusado de trasladar a sacerdotes pederastas sin denunciarlos, renunció pero fue acogido en el Vaticano, donde vivió protegido hasta su muerte en 2017. Los críticos ven en esta protección un reflejo de la actitud de Juan Pablo II hacia los encubridores.

Testimonios de víctimas: Organizaciones de víctimas, como las representadas por el abogado Thomas Doyle, aseguran que Wojtyła recibió informes sobre abusos en diócesis estadounidenses desde 1985, pero no actuó con decisión. Doyle, experto en derecho canónico, afirmó en 2017 que Juan Pablo II sabía de los esfuerzos de la Iglesia por ocultar denuncias.

Contexto histórico y cultural

Los críticos reconocen que, en las décadas de 1970 y 1980, la conciencia social sobre los abusos sexuales era limitada, y la Iglesia solía tratar estos casos como asuntos internos, priorizando la redención de los sacerdotes sobre la justicia penal. Sin embargo, argumentan que Wojtyła, como líder moral, tuvo la responsabilidad de cuestionar estas prácticas, especialmente tras las crecientes denuncias en los años 1990. En lugar de ello, su pontificado mantuvo el "secreto pontificio", que impedía revelar información sobre abusos, una norma que no fue derogada hasta 2019 por el papa Francisco.

Evaluación y debate actual

El debate sobre la santidad de Juan Pablo II refleja una tensión entre la veneración de su figura y la exigencia de justicia para las víctimas de abusos. Los defensores argumentan que su santidad no implica infalibilidad y que sus errores deben juzgarse en el contexto de su época. Por ejemplo, el arzobispo de Cracovia, Marek Jędraszewski, comparó las acusaciones contra Wojtyła con el atentado que sufrió en 1981, sugiriendo que son ataques a su legado.

Por otro lado, las víctimas y sus defensores, como el activista polaco Marek Lisiński, sostienen que el silencio de Juan Pablo II causó un daño irreparable, perpetuando una cultura de encubrimiento que dejó a muchas víctimas sin justicia. Algunos incluso han pedido que se revoque su canonización, aunque esto es improbable, ya que la Iglesia considera las canonizaciones infalibles.

En Polonia, donde Juan Pablo II es un símbolo nacional, las acusaciones han generado polarización. Políticos progresistas han propuesto retirar su nombre de espacios públicos, mientras que sectores conservadores lo defienden como un héroe de la fe. En las redes sociales, las opiniones son igualmente divididas, con algunos usuarios calificándolo como un "encubridor de pederastas" y otros exaltando su legado espiritual.

Conclusión

La versión oficial lo presenta como un líder carismático y santo cuyas acciones deben entenderse en el contexto de su tiempo, mientras que la versión crítica lo acusa de haber priorizado la imagen de la Iglesia sobre la protección de las víctimas de abusos.

Las evidencias de encubrimiento, tanto en Cracovia como durante su papado, han ensombrecido su legado, planteando preguntas sobre los criterios de canonización y la responsabilidad de los líderes religiosos.

Juan Pablo II falló en proteger a las víctimas y permitió que la cultura del encubrimiento persistiera. Su canonización y el aura de santidad que lo rodea chocan con la evidencia histórica. Hoy, su caso simboliza la tensión entre la imagen pública de la Iglesia y sus pecados ocultos.


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