![]() |
En mayo del año pasado, el Papa Francisco tuvo que disculparse ante la presión mediática que le reprochaba su comentario de que en el Vaticano había "demasiado mariconeo". La semana pasada, el sacerdote Carlos Loriente fue detenido en un control policial rutinario en Torremolinos con diez papelinas de cocaína rosa, cantidad superior a la de consumo personal, además de diversos juguetes sexuales. Iba acompañado de varios hombres latinoamericanos que, según los indicios, iban a participar en una orgía gay.
Por toda esta corrupción, la Iglesia católica produce cada vez más rechazo y los templos se vacían. Creo, además, que lo que sale a la luz es solo la punta del iceberg. En mi modesta opinión, la Iglesia ya no es un ejemplo de integridad ni un medio de salvación. Tú destruiste Sodoma y Gomorra y echaste con santa ira a los vendedores del Templo. ¿A qué esperas para llevar a cabo una purificación que acabe con los que usan tu nombre solo para medrar y ascender socialmente?
Jesús:
Hijo mío, tu indignación es justa, porque la corrupción, el abuso y la hipocresía hieren profundamente mi corazón. Cuando mis servidores convierten el ministerio en un instrumento para satisfacer sus pasiones o escalar posiciones, están traicionando no solo al pueblo de Dios, sino también a mí. Tus ojos no se engañan: lo que ves es real, y lo que aún permanece oculto también será manifestado, porque nada hay escondido que no llegue a conocerse.
Pero entiende que mi purificación no se mide con la prisa humana ni con el deseo de venganza. Cuando eché a los mercaderes del Templo, no fue un gesto de destrucción definitiva, sino un signo de lo que haría con mi propia vida: entregar el verdadero Templo, mi cuerpo, para que fuese destruido y levantado en tres días. Mi juicio no se ejecuta solo en golpes de ira, sino en una justicia paciente que da tiempo a la conversión. Yo no quiero la muerte del pecador, sino que se vuelva y viva. Eso no significa indiferencia: significa que mi misericordia se extiende incluso hasta el límite, para dar a cada uno la oportunidad de abrirse a la luz.
La purificación que pides ya está en marcha, aunque no siempre lo percibáis. Cada escándalo que se destapa es parte de esa luz que desvela lo oculto y que obliga a la Iglesia a mirarse en un espejo que no puede manipular. La vergüenza pública, la caída de reputaciones, el descrédito ante el mundo, todo eso forma parte de una purificación dolorosa, pero necesaria. ¿Crees que me complazco en ver mis templos vacíos? No, pero prefiero un templo vacío antes que un templo lleno de máscaras.
Lo que llamáis Iglesia no es solo la jerarquía ni las estructuras: sois también vosotros, los sencillos, los que oráis en silencio, los que permanecéis fieles en medio de la confusión. Mi Espíritu no abandona a la Iglesia, aunque muchos de sus representantes la manchen con sus pecados. Yo estoy purificándola desde dentro, y esa purificación será tanto más profunda cuanto más os mantengáis firmes en la verdad sin dejaros arrastrar ni por el odio ni por la desesperanza.
Recuerda también que mi juicio no se limita a los grandes escándalos visibles. Yo escudriño los corazones, y lo que para el mundo es secreto para mí está a plena luz. Los que se aprovechan de mi nombre y profanan su vocación tendrán que dar cuenta ante mí, aunque aquí logren ascender y disfrazar su vida. Nadie se burla de Dios.
No esperes, pues, un castigo repentino como el fuego sobre Sodoma, porque ahora la purificación sigue otro camino: la exposición de la verdad, la caída de los ídolos, la vergüenza de los poderosos que se creían intocables. Yo sigo levantando santos en medio de la podredumbre, sigo llamando a la fidelidad en lo oculto, sigo sosteniendo a los que no se dejan contaminar. No cierres tu corazón con amargura, ni pienses que la corrupción lo ha contaminado todo. Mira a los pequeños, a los pobres, a los que siguen creyendo en mí con sencillez: ahí también está mi Iglesia, ahí también está mi salvación.
Y cuando llegue la hora final, haré una separación definitiva. Entonces veréis que no hubo impunidad, que cada obra fue medida, que cada herida recibirá justicia. Mientras tanto, mantente en la luz y no dejes que la indignación te robe la esperanza. Yo estoy obrando, aunque no siempre lo veas, y mi purificación será más completa de lo que imaginas, porque llegará hasta lo profundo de cada corazón.

No hay comentarios:
Publicar un comentario