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El insomnio en la vida de Kafka
Kafka describió su insomnio como una lucha constante, un tormento que lo acompañó especialmente en sus años de madurez. En una entrada de su diario del 2 de octubre de 1911, escribió: «Noche de insomnio. Es ya la tercera de la serie. Me duermo bien, pero una hora después me despierto como si hubiese metido la cabeza en un agujero equivocado». Esta sensación de estar atrapado en un estado de semivigilia, donde los sueños intensos lo mantenían despierto, refleja la complejidad de su trastorno. En otra anotación, Kafka vinculó directamente su insomnio con su escritura: «Creo que este insomnio se debe únicamente a que escribo». Para él, la escritura nocturna era una necesidad vital, pero también un factor que perpetuaba su incapacidad para descansar.
En sus Cartas a Milena, Kafka confesó que su insomnio debilitaba su salud, pero también reconoció que la privación de sueño le otorgaba acceso a un «oscuro recoveco mental» donde surgían sus ideas más truculentas. Investigadores como Antonio Perciaccante y Alessia Coralli, en un artículo publicado en The Lancet Neurology (2016), sostienen que Kafka aprovechó los estados hipnagógicos —alucinaciones previas al sueño— para inducir trances creativos. Según ellos, el insomnio le permitió sostener un estado ambiguo entre la vigilia y el sueño, generando las visiones que caracterizan su obra. Además, el neurólogo Àlex Iranzo, en un estudio publicado en Sleep Medicine (2019), documentó que Kafka mencionó su insomnio en 292 ocasiones en sus cartas y escritos, destacando síntomas como fatiga diurna, pérdida de atención y alucinaciones.
Kafka atribuía su insomnio a factores psicológicos, como el temor a la muerte. En sus diarios, escribió: «Mi insomnio solo oculta un gran temor a la muerte. Tal vez temo que mi alma, que cuando duermo me abandona, no pueda regresar al despertar». Este miedo, combinado con una personalidad perfeccionista, una relación conflictiva con su padre y las presiones de su trabajo en una compañía de seguros, contribuyó a un caso severo de insomnio crónico, caracterizado por las «tres P»: predisposición personal, circunstancias precipitantes y factores perpetuantes.
El insomnio en las obras de Kafka
El insomnio no solo fue un tema recurrente en los escritos personales de Kafka, sino que también impregnó sus obras literarias, donde los personajes a menudo reflejan las ansiedades y los estados alterados de conciencia asociados con la falta de sueño. A continuación, se destacan algunas de sus obras donde el insomnio o sus efectos son evidentes, con citas que ilustran su presencia:
La metamorfosis (1915)
En esta novela corta, Gregorio Samsa despierta tras «un sueño intranquilo» convertido en un insecto monstruoso. El insomnio y los sueños agitados de Gregorio reflejan el estado mental de Kafka, quien escribió la obra en un período de intensa actividad nocturna. Según Perciaccante y Coralli, La metamorfosis puede leerse como una metáfora de los efectos nocivos del insomnio en el cuerpo y la mente, con Gregorio atrapado en un estado de alienación y desamparo. Iranzo señala que, a diferencia de su hermana, cuyas virtudes incluyen dormir bien, Gregorio apenas puede descansar, escondido bajo un sofá, lo que simboliza su aislamiento.
El proceso (1925, póstuma)
En esta novela, Josef K. se enfrenta a un sistema judicial absurdo que lo mantiene en un estado de ansiedad constante. Aunque el insomnio no se menciona explícitamente, los personajes están frecuentemente en vigilia, incapaces de encontrar reposo debido a las preocupaciones burocráticas. La atmósfera opresiva y los entornos laberínticos reflejan el estado mental fragmentado de Kafka, influenciado por sus noches en vela. La escritura de El proceso, iniciada en 1914, coincidió con un período de insomnio severo, lo que pudo contribuir a su tono surrealista.
El castillo (1926, póstuma)
El protagonista, K., lucha por acceder a las autoridades de un castillo inaccesible, en una narrativa impregnada de frustración y agotamiento. Iranzo destaca que K. no duerme por las noches y durante el día se queda dormido de pie, un síntoma claro de privación de sueño. Además, otros personajes de la novela, como los habitantes de la aldea, sufren insomnio debido a sus preocupaciones, reflejando la propia experiencia de Kafka. La novela, escrita en 1922 durante un período de salud deteriorada, canaliza la sensación de estar atrapado en un ciclo interminable, similar al del insomnio.
El desaparecido (1927, póstuma, también conocida como América)
En esta novela inacabada, el personaje Josef Mendel trabaja de día y estudia de noche, sobreviviendo a base de café, una clara alusión a la privación de sueño. La narrativa fragmentada y los ambientes caóticos reflejan la mente agotada de Kafka, quien escribió partes de la obra en condiciones de insomnio severo. La lucha de Mendel por adaptarse a un entorno hostil evoca la alienación que Kafka asociaba con sus noches sin dormir.
La condena (1913)
Escrita en una sola noche de insomnio, La condena es un relato sobre un conflicto paternofilial que termina de manera abrupta. Kafka describió esta experiencia como un acto de escritura visceral, donde la falta de sueño permitió que las palabras fluyeran sin intervención racional. La intensidad emocional del relato, con su final radical, refleja el estado de trance inducido por el insomnio, que Kafka consideraba esencial para su proceso creativo.
Blumfeld, un solterón entrado en años (1915)
En este relato incompleto, el protagonista, Blumfeld, no puede dormir porque dos bolas rebotan bajo su cama, una metáfora de las distracciones y ansiedades que perturban el descanso. La frustración de Blumfeld ante la imposibilidad de conciliar el sueño es un eco directo de las experiencias de Kafka, quien a menudo se quejaba de ruidos nocturnos, como las campanadas del reloj de la catedral de Praga.
La relación entre insomnio y creatividad
El insomnio de Kafka no fue solo una maldición, sino también una herramienta creativa. Como señala Aaron Mishara, Kafka escribía en un estado de «trance dionisíaco nocturno», explorando los abismos de su inconsciente. Los investigadores Deo y Charlier afirman que, sin la privación de sueño, no habrían existido obras como La metamorfosis o El proceso, ya que el insomnio traía a la superficie elementos de inconsciencia que guiaban sus narrativas. Esta conexión entre la falta de sueño y la creatividad no era accidental: Kafka escribía de noche porque el silencio le permitía concentrarse, pero también porque la privación de sueño le otorgaba acceso a pensamientos inaccesibles en estados de plena conciencia.
El insomnio también influyó en el estilo de Kafka, caracterizado por una mezcla de realismo y lo fantástico, con narrativas que transitan entre lo cotidiano y lo absurdo. Su capacidad para capturar la experiencia de estar atrapado en un estado liminal —ni despierto ni dormido— se refleja en personajes que enfrentan situaciones incomprensibles, como Gregorio Samsa o Josef K. Este «universo kafkiano», término acuñado para describir lo absurdo y opresivo, tiene sus raíces en las noches de vigilia que definieron la vida del autor.
Conclusión
El insomnio de Franz Kafka fue un elemento central en su vida y obra, funcionando como una fuente de tormento y, paradójicamente, de inspiración. A través de sus diarios y cartas, conocemos la profundidad de su lucha contra la falta de sueño, mientras que en obras como La metamorfosis, El proceso, El castillo, El desaparecido, La condena y Blumfeld, un solterón entrado en años, el insomnio se manifiesta en personajes agotados, sueños agitados y atmósferas opresivas. Estudios como los de Perciaccante, Coralli e Iranzo confirman que Kafka transformó su insomnio en una herramienta literaria, aprovechando los estados hipnagógicos para crear algunas de las obras más influyentes del siglo XX. Su legado, preservado gracias a Max Brod, sigue resonando, recordándonos que incluso en el sufrimiento puede encontrarse una chispa de genialidad.
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