lunes, 28 de abril de 2025

"Abusos sexuales de sacerdotes a menores" según el Papa Francisco

Protesta en la catedral de la La Paz (Bolivia)
por los casos de pederastia clerical.
1. […] me siento interpelado a hacerme cargo de todo el mal que algunos sacerdotes —bastantes, bastantes en número, no en comparación con la totalidad—, hacerme cargo y a pedir perdón por el daño que han hecho por los abusos sexuales de los niños. La Iglesia es consciente de este daño, que es un daño personal, moral, de ellos, por hombres de Iglesia. Y no vamos a dar un paso atrás en lo que se refiere al tratamiento de estos problemas y a las sanciones que se deben poner, al contrario, creo que debemos ser muy fuertes, con los chicos no se juega.

Discurso a la delegación de la Oficina Internacional Católica de la Infancia (BICE), 11 de abril de 2014.

2. […] en la reunión que tuve con algunas personas que han sido objeto de abusos sexuales por parte de sacerdotes, me sentí conmovido e impresionado por la intensidad de su sufrimiento y la firmeza de su fe. Esto confirmó una vez más mi convicción de que se debe continuar haciendo todo lo posible para erradicar de la Iglesia el flagelo del abuso sexual de menores, y abrir un camino de reconciliación y curación para quien ha sufrido abusos.

Carta a los presidentes de las Conferencias Episcopales y a los superiores de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica sobre la Comisión Pontificia para la Tutela de Menores, 2 de febrero de 2015.

3. Las familias deben saber que la Iglesia no escatima esfuerzo alguno para proteger a sus hijos, y tienen el derecho de dirigirse a ella con plena confianza, porque es una casa segura. Por tanto, no se podrá dar prioridad a ningún otro tipo de consideración, de la naturaleza que sea, como, por ejemplo, el deseo de evitar el escándalo, porque no hay absolutamente lugar en el ministerio para los que abusan de los menores.

Carta a los presidentes de las Conferencias Episcopales y a los superiores de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica sobre la Comisión Pontificia para la Tutela de Menores, 2 de febrero de 2015.

4. Como expresión del deber de la Iglesia de manifestar la compasión de Jesús a los que han sufrido abuso sexual, y a sus familias, se insta a las diócesis y los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica a establecer programas de atención pastoral que podrán contar con la aportación de servicios psicológicos y espirituales. Los pastores y los responsables de las comunidades religiosas han de estar disponibles para el encuentro con los que han sufrido abusos y sus seres queridos: se trata de valiosas ocasiones para escuchar y pedir perdón a los que han sufrido mucho.

Carta a los presidentes de las Conferencias Episcopales y a los superiores de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica sobre la Comisión Pontificia para la Tutela de Menores, 2 de febrero de 2015.

5. Para aquellos que fueron abusados por un miembro del clero, lamento profundamente las veces en que ustedes o sus familias denunciaron abusos, pero no fueron escuchados o creídos. Sepan que el santo padre los escucha y los cree. Lamento profundamente que algunos obispos no cumplieran con su responsabilidad de proteger a los menores. Es muy inquietante saber que en algunos casos incluso los obispos eran ellos mismos los abusadores. Me comprometo a seguir el camino de la verdad, dondequiera que pueda llevarnos. El clero y los obispos tendrán que rendir cuentas de sus acciones cuando abusen o no protejan a los menores.

Encuentro con víctimas de abusos sexuales durante el viaje a los Estados Unidos, 27 de septiembre de 2015.

6. Si una persona ha hecho mal, es consciente de lo que ha hecho y no pide perdón, yo le pido a Dios que lo tenga en cuenta. Yo lo perdono, pero él no recibe el perdón, está cerrado al perdón. O sea, una cosa es dar el perdón —todos estamos obligados a perdonar, porque todos fuimos perdonados—, pero otra cosa es recibir el perdón. Y si ese sacerdote está cerrado al perdón, no lo recibe, porque él cerró la puerta con la llave desde dentro. Y lo que queda es rezar para que el Señor le abra esa puerta. O sea, dar el perdón —hay que estar dispuestos—, pero no todos pueden recibirlo, no saben recibirlo o no están dispuestos a recibirlo. Es duro lo que estoy diciendo. Y así se explica que haya gente que termine su vida de un modo duro, mal, sin recibir la caricia de Dios.

Encuentro con víctimas de abusos sexuales durante el viaje a los Estados Unidos, 27 de septiembre de 2015.

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