sábado, 19 de abril de 2025

El insomnio de Emil Cioran: una lucidez vertiginosa

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Emil Cioran (1911-1995), filósofo y ensayista rumano radicado en París, es conocido por su pesimismo existencial y su prosa poética cargada de aforismos que desnudan las profundidades de la condición humana. Entre los temas recurrentes de su obra, el insomnio destaca como una experiencia definitoria, no solo personal, sino también filosófica. Para Cioran, el insomnio no fue únicamente una dolencia, sino un estado de hiperlucidez que moldeó su pensamiento y su relación con la existencia. Este artículo explora el papel del insomnio en la vida y obra de Cioran, basándose en sus textos y en análisis de su legado.

El insomnio como origen de la crisis existencial

Cioran comenzó a sufrir insomnio crónico a los diecisiete años, durante su adolescencia en Sibiu, Rumania. En una entrevista con el filósofo Gabriel Liceanu en 1983, situó este padecimiento como el quiebre que marcó su pesimismo: "Me di cuenta de que la vida es soportable gracias al sueño; el insomnio suprime la inconsciencia, obliga a 24 horas diarias de lucidez". Esta falta de "olvido" –el respiro que el sueño ofrece– lo sumió en una obsesión por la muerte y la futilidad de la existencia. En su primer libro, En las cimas de la desesperación (1934), escrito a los 22 años, describe el insomnio como "una lucidez vertiginosa que convertiría el paraíso en un lugar de tortura". Para él, la incapacidad de dormir no era solo un tormento físico, sino una condena a enfrentar sin tregua las preguntas más inquietantes sobre la vida.

El insomnio, en este sentido, se convirtió en una metáfora de la condición humana. En Breviario de podredumbre (1949), su primera obra en francés, Cioran escribe: "Las horas de vigilia son, en el fondo, una declaración de guerra, un ultimátum que se da el espíritu a sí mismo". La vigilia forzada lo llevó a cuestionar las certezas filosóficas que había abrazado en su juventud, rompiendo con la filosofía sistemática. Como él mismo confesó en una entrevista de 1983 con Jason Weiss, el insomnio fue "la causa profunda de mi ruptura con la filosofía", pues en la desesperación de las noches sin dormir, los sistemas filosóficos resultaban inútiles frente al abismo existencial.

Una relación ambivalente: el insomnio como maldición y revelación

La relación de Cioran con el insomnio fue profundamente ambivalente. Por un lado, lo veía como una tragedia personal que lo aislaba y lo convertía en un "vampiro de sueño", alguien que vivía acechando un instante de reposo. En Cuadernos 1957-1972, anota con dolor las noches de vigilia, marcándolas como eventos significativos junto a sus reflexiones sobre la muerte. Este sufrimiento lo llevó a teorizar sobre el suicidio, no como un acto, sino como una idea consoladora: "La simple idea del suicidio fue mi mejor bálsamo", escribe, pues saber que existía una "salida" aliviaba el peso de su tormento.

Por otro lado, Cioran encontró en el insomnio una fuente de creatividad y autoconocimiento. En El aciago demiurgo (1969), exalta la vigilia como un estado que "purifica" al despojar al individuo de las distracciones del mundo, dejándolo a merced de sus obsesiones privadas. En En las cimas de la desesperación, llega a definir al ser humano como "el animal que no puede dormir", sugiriendo que el insomnio es una condición intrínsecamente humana que distingue al hombre de otras criaturas. Para Cioran, las noches en vela eran un "campo de batalla heroico" donde se gestaban sus reflexiones más profundas, un espacio donde la lucidez alcanzaba su punto más agudo y doloroso.

Esta dualidad se refleja en su estilo literario. Sus aforismos, breves y cortantes, parecen destilados de esas noches interminables, cargados de una intensidad que mezcla desesperación y belleza. Como señala Gonzalo Muñoz Barallobre, los textos de Cioran son "joyas irrepetibles" que obligan al lector a "bucear en el barro de la existencia". El insomnio, al privarlo del reposo, alimentó su hiperactividad mental, convirtiéndolo en un "cronista de las profundidades" que exploraba la existencia con una pasión casi mística.

El insomnio y los paseos nocturnos

El insomnio también influyó en los hábitos de Cioran. Incapaz de dormir, adoptó los paseos nocturnos como una forma de aliviar su malestar. En Sibiu, de joven, recorría las calles vacías, y más tarde, en París, se convirtió en un caminante solitario del Barrio Latino. Estos paseos no solo eran un escape físico, sino también un espacio de reflexión. En sus caminatas, Cioran dialogaba con las prostitutas, leía poesía y observaba el mundo con la distancia de quien se siente ajeno a él. Estas experiencias nutrieron su escritura, que a menudo refleja la soledad y el extrañamiento de quien vive al margen del ritmo natural del sueño.

El insomnio y la mística

Curiosamente, Cioran relacionó el insomnio con la experiencia mística. En De lágrimas y santos (1937), estudia a los místicos y santos, a quienes llama "Insomnes de Dios" por su capacidad de vivir en un estado de vigilia espiritual, negando el mundo material. Aunque Cioran era ateo y confesaba no creer en Dios, admiraba la intensidad con la que los místicos soportaban su soledad y sufrimiento, viendo en ellos un paralelo con su propia vigilia. Esta conexión resalta la dimensión casi sagrada que Cioran atribuía al insomnio, como un estado que, aunque doloroso, acercaba al individuo a una verdad desnuda sobre la existencia.

El legado del insomnio en su obra

El insomnio de Cioran no solo moldeó su visión del mundo, sino que también definió su estilo filosófico. A diferencia de los sistemas filosóficos tradicionales, su pensamiento es fragmentario, compuesto de aforismos y ensayos breves que reflejan la naturaleza intermitente y obsesiva de sus noches en vela. Libros como Silogismos de la amargura (1952), La tentación de existir (1956) y El aciago demiurgo (1969) están impregnados de la lucidez dolorosa que el insomnio le otorgó, ofreciendo una crítica feroz a la esperanza, la modernidad y la idea de progreso.

Como señala Fernando Savater, amigo y traductor de Cioran, el insomnio fue "la circunstancia fundamental" de su pensamiento. Sin embargo, con el paso del tiempo, Cioran expresó cansancio ante este estado. En sus últimos años, priorizó el descanso sobre la vigilia, reconociendo los efectos perjudiciales del insomnio en su salud. Aun así, nunca renegó del papel que tuvo en su obra: el insomnio lo convirtió en un "nuevo ser de las profundidades", alguien que, desde el sufrimiento, encontró una forma singular de pasión por la vida.

Conclusión

El insomnio de Emil Cioran fue mucho más que una afección; fue el lente a través del cual contempló la existencia, un estado de lucidez que lo condenó y, al mismo tiempo, lo liberó. Sus noches sin dormir alimentaron una obra que combina desesperación y belleza, cinismo y lirismo, invitando al lector a enfrentar las verdades más incómodas de la condición humana. Como él mismo escribió: "En las horas sin sueño, cada momento es tan lleno y tan vacío que se presenta como rival del Tiempo". En esa rivalidad, Cioran encontró su voz, una voz que resuena aún en quienes se atreven a mirar el abismo de la vigilia.

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