domingo, 5 de enero de 2025

El amor de Dios por la justicia


En el antiguo Cercano Oriente, los «dioses» de las naciones no solo eran volubles, inmorales e impredecibles, sino que también ordenaban atrocidades, como el sacrificio de niños. Incluso complaciéndolos, los pueblos paganos no podían contar con su favor, por lo que no se atrevían a disgustar a sus «deidades» tribales.

Según Deuteronomio 32:17, detrás de tales «dioses» había demonios (ver también 1 Cor. 10:20, 21). Sus formas de culto se prestaban al abuso, y sumían al pueblo en una gran oscuridad espiritual y moral.

El Dios de la Biblia es totalmente diferente de esas fuerzas demoníacas, ya que es perfectamente bueno y su carácter es inmutable. Solo en virtud de la bondad constante de Dios podemos tener esperanza ahora y para la eternidad.

En marcado contraste con los falsos dioses del mundo antiguo, e incluso con los «dioses» modernos, Jehová se preocupa profundamente por el mal, el sufrimiento, la injusticia y la opresión, todo lo cual condena de manera constante e inequívoca y hará desaparecer.

Comentario de Elena G. White

Dios es amor. Como los rayos de la luz del sol, el amor, la luz y el gozo fluyen de él hacia todas sus criaturas. Su naturaleza es dar. La misma vida de Dios es la manifestación del amor abnegado (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 66, 67).

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