sábado, 4 de enero de 2025

La ira del amor divino


«Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad y no los destruía; apartó muchas veces su ira y no despertó todo su enojo» (Sal. 78:38).

La compasión de Dios es generalmente celebrada, pero a muchos les molesta la idea de su ira. Piensan que si Dios es amor nunca debería expresar ira. Sin embargo, esa idea es errónea, ya que su ira surge directamente de su amor. Algunos afirman que el Dios del Antiguo Testamento es airado y que el del Nuevo Testamento es amoroso. Pero solo hay un Dios, y se revela como el mismo en ambos Testamentos. El Dios que es amor se enoja ante el mal precisamente porque él es amor. Jesús mismo expresó una profunda ira contra el mal, y el Nuevo Testamento registra numerosas veces la ira justa y apropiada de Dios.La ira de Dios es siempre su respuesta justa y amorosa contra el mal y la injusticia. La ira divina es una justa indignación motivada por la bondad y el amor perfectos, y busca el bienestar de toda la Creación. La ira de Dios es simplemente la respuesta apropiada del amor al mal y a la injusticia. En consecuencia, el mal provoca la pasión de Dios en favor de las víctimas del mal y en contra de sus victimarios. La ira divina es, pues, otra expresión del amor divino.

El Dios de la Biblia ama la justicia y odia el mal. El pecado y el mal, por lo tanto, despiertan su ira, una pasión expresada en favor de los oprimidos y maltratados, incluso cuando la maldad de una persona le afecta a ella misma. Dios odia el mal porque este siempre hiere a sus criaturas, aunque sea autoinfligido. En los relatos bíblicos, Dios es provocado repetidamente a la ira por algo que los eruditos bíblicos denominan el ciclo de la rebelión. Este ciclo es el siguiente:El pueblo se rebela contra Dios y hace lo malo ante sus ojos, incluso atrocidades horrendas como el sacrificio de niños y otras abominaciones. Dios se retira en respuesta a las decisiones del pueblo.El pueblo es oprimido por naciones extranjeras.El pueblo clama a Dios por su liberación.Dios libera al pueblo.El pueblo vuelve a rebelarse contra Dios, a menudo de forma más atroz que antes.Sin embargo, aunque Dios se enfrenta una y otra vez a la infidelidad humana ante este ciclo de maldad e infidelidad atroces, lo hace con una fidelidad interminable, una paciencia indulgente, una gracia asombrosa y una profunda compasión.

Según la Biblia, el amor y la justicia están indisolublemente ligados. La ira divina es la respuesta apropiada del amor contra el mal, porque el mal siempre hiere a alguien a quien Dios ama. No hay ningún caso en las Escrituras en el que Dios actúe arbitrariamente.Y, aunque el pueblo de Dios lo abandonó y lo traicionó una y otra vez, él siguió a lo largo de los siglos concediéndole pacientemente una compasión que superaba todas las expectativas razonables (Neh. 9:7-33), demostrando así la insondable profundidad de su compasión y su amor misericordioso. De hecho, según Salmo 78:38: «Él [Dios], misericordioso, perdonaba la maldad y no los destruía; apartó muchas veces su ira y no despertó todo su enojo». Seguramente te has airado alguna vez por el mal hecho a otros.

Dios se enoja ante el mal porque él es amor. Es tan compasivo y lleno de gracia que un profeta bíblico incluso llegó a reprocharle por ser demasiado misericordioso.Considera la historia de Jonás y reflexiona acerca de su reacción ante el perdón compasivo de Dios para con los ninivitas en Jonás 4:1 al 4. ¿Qué nos dice esto acerca de Jonás? (Ver también Mat. 10:8). La reacción de Jonás ante la misericordia de Dios es reveladora en dos aspectos principales. En primer lugar, muestra la dureza de corazón de Jonás. Odiaba tanto a los asirios por lo que habían hecho a Israel que no quería que Dios les mostrara misericordia.¡Qué lección para nosotros! Debemos guardarnos de esta misma actitud, por comprensible que sea. De todas las personas, las que han recibido el beneficio de la gracia de Dios deberían reconocer cuán inmerecida es y, por lo tanto, estar dispuestas a mostrar misericordia a los demás.En segundo lugar, la reacción de Jonás destaca cuán centrales son la compasión y la gracia de Dios en su carácter. Jonás estaba tan familiarizado con la misericordia de Dios que, precisamente porque es «clemente y piadoso, tardo en enojar[se] y de gran misericordia» (Jon. 4:2), sabía que el Señor suspendería su juicio contra Nínive. Dios trata con justicia y misericordia a todos los pueblos y las naciones.La frase hebrea traducida como «tardo en enojarte», o «longánime», podría traducirse literalmente como «largo de nariz». En el idioma hebreo, la ira estaba asociada metafóricamente con la nariz, y la longitud de esta representaba metafóricamente el tiempo que tardaba uno en enojarse.Por lo tanto, las referencias a Dios como «narigudo» pretenden transmitir la idea de que es paciente y lento en airarse. Mientras que los seres humanos no tardan en airarse, Dios es sumamente paciente y concede su gracia libre y abundantemente, pero sin justificar el pecado ni ser indiferente a la injusticia. Por el contrario, Dios mismo expía el pecado y el mal en la Cruz para ser justo y justificar a quienes creen en él (Rom. 3:25, 26).¿Dejaste alguna vez de mostrar misericordia a alguien que te ofendió? ¿Cómo puedes recordar mejor lo que Dios ha hecho por ti para que así seas más misericordioso con los demás en respuesta a la abundante gracia que Dios te ha mostrado? Por otra parte, ¿cómo podemos hacer esto, mostrar misericordia y gracia, pero sin dar licencia al pecado o permitir el abuso o la opresión?

Aunque hay muchas formas inapropiadas de la ira, la Biblia también enseña que existe la «justa indignación». Imaginemos a una madre que observa a su hija de tres años jugando en el parque y que es atacada de pronto por un hombre. ¿No debería airarse? Por supuesto que sí. La ira es la respuesta apropiada del amor en tal circunstancia. Este ejemplo nos ayuda a entender la «justa indignación» de Dios.Lee Mateo 21:12 y 13; y Juan 2:14 y 15. ¿Qué nos dice la reacción de Jesús ante la forma indebida en que era utilizado el Templo acerca del enojo divino en respuesta al mal?En estos casos, Jesús muestra el «celo piadoso» de la justa indignación contra quienes trataban el Templo de Dios como algo vulgar y lo habían convertido en una «cueva de ladrones» para aprovecharse de las viudas, los huérfanos y los pobres (Mat. 21:13; compara con Juan 2:16). El Templo y los servicios religiosos celebrados en él, que se suponía debían tipificar el perdón misericordioso de Dios y su obra para limpiar a los pecadores de sus pecados, estaban siendo utilizados para engañar y oprimir a algunos de los más vulnerables. Era lógico que Jesús se airara a causa de esa abominación. Marcos 10:13 y 14 y Marcos 3:4 y 5 ofrecen más ejemplos de su justa indignación. Cuando la gente traía niños pequeños a él y los discípulos reprendían a quienes los traían, Jesús «se enojó»; literalmente, «se indignó». Les dijo: «Dejad a los niños venir a mí» (Mar. 10:13, 14). En otra ocasión, cuando los fariseos esperaban que Jesús sanara a alguien para acusarlo de quebrantar el sábado, el Señor les preguntó: «¿Es lícito en los sábados hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla?» (Mar. 3:4). «Los miró con enojo y tristeza, al ver la dureza de sus corazones» y procedió a curar al hombre (Mar. 3:5, RVC). La ira de Cristo se asocia aquí con el dolor por la dureza de ellos; es la justa ira del amor, la misma atribuida a Dios en el Antiguo Testamento. ¿Cómo podría el amor no sentirse molesto por el mal, especialmente cuando este hiere a quienes son objeto de ese amor?¿Cómo podemos cuidarnos de justificar la ira egoísta como si fuera «justa indignación»? ¿Por qué es tan fácil cometer ese error y cómo podemos protegernos de esa trampa sutil pero real?

https://www.sabbath.school/LessonBook?lang=2&year=2025&quarter=1

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