viernes, 28 de marzo de 2025

La dictadura de Rafael Leónidas Trujillo


La dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina, conocida como "El Trujillato", fue uno de los períodos más controvertidos en la historia de la República Dominicana. Trujillo gobernó el país desde 1930 hasta su asesinato en 1961, ejerciendo un control autoritario que marcó profundamente la política, la economía y la sociedad dominicana. Estos son los aspectos clave de su régimen:

Ascenso al poder

Rafael Trujillo nació el 24 de octubre de 1891 en San Cristóbal, en una familia humilde. Su carrera comenzó en la Guardia Nacional, creada durante la ocupación estadounidense (1916-1924), donde escaló posiciones rápidamente gracias a su disciplina y astucia. En 1930, aprovechando un contexto de crisis política tras la rebelión contra el presidente Horacio Vásquez, Trujillo organizó un golpe de Estado disfrazado de elecciones fraudulentas. El 16 de agosto de 1930 asumió la presidencia, iniciando una dictadura que duraría 31 años.

Características del régimen

Control absoluto: Trujillo estableció un gobierno centralizado y represivo. Eliminó toda oposición mediante el uso de la fuerza, la censura y un sofisticado sistema de espionaje. Su policía secreta, conocida como el SIM (Servicio de Inteligencia Militar), perseguía, torturaba y asesinaba a disidentes.

Personalismo y culto a la personalidad: Trujillo se autoproclamó "Benefactor de la Patria" y "Padre de la Patria Nueva". Renombró la capital, Santo Domingo, como "Ciudad Trujillo" y colocó su nombre y estatuas en todo el país. Su imagen estaba omnipresente en la vida cotidiana, desde billetes hasta escuelas.

Economía bajo su dominio: Durante su régimen, Trujillo monopolizó sectores clave de la economía, como el azúcar, el tabaco y la producción de sal. Se enriqueció personalmente, convirtiéndose en uno de los hombres más ricos del mundo, mientras promovía una modernización parcial del país (carreteras, edificios públicos) para legitimar su poder.

Política exterior: Mantuvo relaciones estratégicas con Estados Unidos, especialmente durante la Guerra Fría, presentándose como un aliado anticomunista. Sin embargo, su régimen también generó tensiones internacionales, como el conflicto con Haití.

La masacre de los haitianos (1937)

Uno de los episodios más oscuros de su dictadura ocurrió en octubre de 1937, cuando Trujillo ordenó la matanza de miles de haitianos en la frontera dominico-haitiana. Conocida como la "Masacre del Perejil", este genocidio dejó entre 12,000 y 20,000 víctimas, motivado por el racismo y su deseo de "blanquear" la población dominicana. Los soldados usaban la pronunciación de la palabra "perejil" para identificar a los haitianos, quienes tenían dificultad para pronunciarla como los dominicanos. Este acto generó repudio internacional, aunque no tuvo consecuencias inmediatas para Trujillo.

Resistencia y declive

A pesar de su férreo control, la oposición creció con el tiempo. Grupos como el Movimiento 14 de Junio, liderado por las hermanas Mirabal (asesinadas en 1960 por órdenes de Trujillo), comenzaron a desafiar su régimen. Además, su brutalidad y el deterioro económico en la década de 1950 erosionaron su apoyo, incluso entre sus aliados.

Asesinato y fin del régimen

El 30 de mayo de 1961, Trujillo fue emboscado y asesinado por un grupo de conspiradores, incluidos miembros de su círculo cercano, 
con apoyo tácito de la CIA, que veía en Trujillo un obstáculo tras el auge de la Revolución Cubana. Su hijo Ramfis intentó mantener el control, pero la presión interna y externa llevó al exilio de la familia. Joaquín Balaguer, su colaborador, lideró una transición hacia una democracia frágil, aunque con resabios autoritarios.

Legado

El Trujillato dejó una huella ambivalente. Por un lado, modernizó ciertas infraestructuras y estabilizó la economía en sus primeros años; por otro, su represión, corrupción y violaciones a los derechos humanos dejaron cicatrices profundas. Tras su caída, la República Dominicana entró en un período de transición hacia la democracia, aunque influenciada aún por su legado autoritario.

Relación de Trujillo con Francisco Franco

La relación entre Rafael Leónidas Trujillo y Francisco Franco, los dictadores de la República Dominicana y España respectivamente, no fue una alianza formal ni profundamente documentada, pero existieron puntos de contacto basados en intereses mutuos, similitudes ideológicas y pragmatismo político durante sus respectivos regímenes.

Trujillo gobernó desde 1930 hasta 1961, mientras que Franco lo hizo desde 1939 (tras la Guerra Civil Española) hasta su muerte en 1975. Ambos compartían características comunes como dictadores: un fuerte anticomunismo, el uso del nacionalismo para consolidar el poder, el culto a la personalidad y la represión de opositores. Estas similitudes crearon un terreno favorable para cierta simpatía mutua, aunque sus relaciones estuvieron más marcadas por conveniencia que por una amistad estrecha.

Relaciones diplomáticas y apoyo mutuo

Anticomunismo como punto de unión: Durante la Guerra Fría, ambos dictadores se alinearon con el bloque occidental liderado por Estados Unidos, presentándose como baluartes contra el comunismo. Trujillo, por ejemplo, mantuvo buenas relaciones con EE.UU. hasta sus últimos años, mientras que Franco logró que España fuera aceptada como aliada estratégica pese a su aislamiento inicial tras la Segunda Guerra Mundial. Esta postura compartida pudo facilitar un entendimiento tácito entre ellos.

Reconocimiento diplomático: España, bajo Franco, mantuvo relaciones diplomáticas estables con la República Dominicana de Trujillo. Aunque no hay evidencia de tratados o pactos significativos, el régimen franquista veía con buenos ojos a Trujillo como un líder autoritario que mantenía el "orden" en su país, algo que resonaba con los valores del franquismo.

Comercio y exilio de republicanos españoles

Relaciones económicas: El comercio entre ambos países no fue masivo, pero hubo cierta cooperación. España exportaba bienes como textiles y productos agrícolas a la República Dominicana, mientras que Trujillo enviaba azúcar y tabaco, productos clave de su economía. Estas relaciones económicas eran más pragmáticas que estratégicas.

Exilio de republicanos españoles: Tras la victoria de Franco en la Guerra Civil Española (1936-1939), muchos republicanos huyeron al exilio. Algunos llegaron a la República Dominicana, especialmente después de que Trujillo ofreciera refugio a exiliados en 1940 como parte de su campaña para "blanquear" la población tras la Masacre del Perejil. Aunque este gesto fue bien visto por Franco (pues le convenía deshacerse de opositores), también generó tensiones, ya que Trujillo acogió a personas que Franco consideraba enemigos.

Divergencias y limitaciones

A pesar de las similitudes, sus relaciones no fueron una alianza estrecha. Trujillo era más dependiente de Estados Unidos, mientras que Franco buscaba salir del aislamiento internacional tras la Segunda Guerra Mundial. Además, Trujillo gobernaba un país pequeño y caribeño con una economía agraria, mientras que Franco lideraba una nación europea con ambiciones distintas. Esto limitó la profundidad de su vínculo.

Tras la muerte de Trujillo

Tras el asesinato de Trujillo en 1961, Franco expresó condolencias oficiales, pero no intervino en la transición dominicana. España mantuvo relaciones con el nuevo gobierno dominicano, y el legado de Trujillo no influyó directamente en la política franquista, que continuó hasta 1975.

La relación entre Trujillo y Franco fue más bien simbólica y circunstancial, basada en su rechazo al comunismo, su autoritarismo y gestos diplomáticos de conveniencia. No hubo una colaboración estratégica significativa, pero sí un reconocimiento mutuo como líderes de regímenes similares en un mundo polarizado por la Guerra Fría.

El título de "Generalísimo" que ambos usaron

El título de "Generalísimo" que tanto Rafael Leónidas Trujillo como Francisco Franco adoptaron es un reflejo de su afán por consolidar su poder absoluto y proyectar una imagen de autoridad militar suprema. Aunque el término tiene raíces históricas y militares, su uso por parte de ambos dictadores fue más simbólico que funcional, sirviendo como una herramienta de propaganda para reforzar su culto a la personalidad.

La coincidencia en su uso subraya cómo los dictadores del siglo XX se inspiraban mutuamente para construir sus mitologías personales, aunque adaptadas a sus realidades nacionales.

La fiesta del chivo

"La fiesta del chivo" es una novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa, publicada en 2000, que aborda de manera magistral la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en la República Dominicana. Considerada una de las obras más destacadas del autor, combina ficción histórica con una profunda exploración psicológica de los personajes y el impacto del régimen trujillista.

Vargas Llosa presenta a Trujillo como un "Generalísimo" megalómano, cruel y astuto, pero también vulnerable en su vejez. Su apodo, "el Chivo", alude tanto a su virilidad (real o exagerada por la propaganda) como a su naturaleza despiadada. La novela no lo idealiza ni lo caricaturiza del todo; lo humaniza al mostrar sus inseguridades, como su preocupación por su imagen y su decadencia física, lo que lo hace aún más complejo y aterrador.

"La fiesta del chivo" no solo narra el fin de Trujillo, sino que examina cómo el poder corrompe y cómo las sociedades enfrentan su pasado. El título alude a la "fiesta" del poder que Trujillo disfrutó y al sacrificio (el "chivo" como víctima) que marcó su caída.

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