sábado, 16 de noviembre de 2024

La gente ya no cree en la existencia de Satanás


Esta idea ha sido explorada en muchos ámbitos, desde la teología hasta la literatura. En la Biblia, Satanás es descrito como un ser astuto y engañoso, alguien que opera mejor en las sombras y la duda. Entonces, si logra convencer a las personas de que no existe, puede actuar sin ser detectado, porque la resistencia se debilita.

C. S. Lewis lo describió bien en Cartas del diablo a su sobrino, donde el demonio mayor, Escrutopo, aconseja a su aprendiz que lo mejor es mantener a la humanidad ignorante de su influencia, ya que así nadie toma medidas para protegerse. En resumen, al perder el miedo o la creencia en un mal externo y concreto, muchos pueden caer en actitudes y hábitos que, sin darse cuenta, los alejan de sus valores y de lo que consideran correcto.

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Podemos profundizar más en cómo la desaparición de la figura de Satanás en la conciencia colectiva afecta tanto la espiritualidad como la moral.

1. Pérdida de discernimiento entre el bien y el mal
Cuando la gente deja de creer en la existencia de Satanás, tienden también a relativizar el mal en general. En lugar de ver el mal como algo objetivo y concreto, las personas pueden empezar a considerarlo subjetivo o simplemente una cuestión de perspectiva. Esto puede llevar a una moralidad difusa, donde las líneas entre lo correcto e incorrecto se vuelven cada vez más borrosas. Sin un adversario claro, el mal puede ser interpretado más como un error o una simple falla humana que algo contra lo que luchar conscientemente.

2. Desatención a las fuerzas que llevan al mal
La figura de Satanás ha servido, en muchas culturas, como un símbolo de las tentaciones y fuerzas que apartan al ser humano de lo correcto. Sin este símbolo, las personas pueden subestimar los pequeños desvíos o acciones que conducen al mal. Es un poco como si se ignorara que existen "pequeños diablos" en forma de tentaciones cotidianas, o de deseos egoístas. Sin una figura que represente el mal absoluto, el camino hacia él puede aparecer más accesible y menos amenazante.

3. Aumento del enfoque en la autosuficiencia
Con la desaparición de Satanás y el mal en su forma externa, muchas personas comienzan a confiar solo en su propio juicio para guiar su vida moral y espiritual. Esto lleva a una idea de autosuficiencia moral y ética, en la que cada uno decide sus propias reglas. Aunque esto puede sonar positivo, en realidad, el peligro está en que la autosuficiencia a menudo carece de autocrítica. Las personas pueden terminar justificando sus acciones sin un marco que les permita discernir objetivamente las consecuencias y repercusiones de sus actos.

4. Espiritualidad desvinculada del conflicto moral
Para muchos, la espiritualidad siempre ha incluido una dimensión de conflicto moral: una batalla entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad, Dios y Satanás. Con la desaparición de la figura de Satanás, la espiritualidad se vuelve más un camino de crecimiento personal y menos una lucha interna contra fuerzas que llevan al mal. Esto puede hacer que las prácticas espirituales sean menos conscientes de los peligros del orgullo, la soberbia o la codicia, aspectos que antes se percibían como tentaciones provenientes de un adversario externo.

5. El vacío dejado por Satanás y su relleno con otras ideas
A medida que Satanás y el mal absoluto desaparecen del imaginario colectivo, muchas personas llenan ese vacío con otras ideas. Esto puede incluir miedos sociales, como el miedo a los sistemas, a la tecnología, o a fuerzas impersonales como "el sistema", "la maquinaria capitalista" o "el patriarcado". Estas fuerzas pueden tomar el lugar de Satanás como símbolos de lo negativo, pero carecen de la dimensión personal y ética que el simbolismo de Satanás traía. En otras palabras, el mal se vuelve algo abstracto, algo que existe "ahí fuera", y no un desafío personal que cada uno debe enfrentar.

6. Desaparición del arrepentimiento y la redención
La idea de Satanás y del mal en la religión ha estado siempre ligada al concepto de redención. Si hay un mal externo, entonces también existe el arrepentimiento como una manera de rectificar y de alejarse de la influencia de ese mal. Al desvanecerse la figura de Satanás, muchas personas pueden ver el arrepentimiento como una idea arcaica, perdiendo así la oportunidad de reflexionar sobre sus errores y corregir su rumbo.

En resumen, la falta de creencia en Satanás o en el mal puede crear una sociedad menos consciente de los peligros éticos y espirituales que existen. Además, elimina un símbolo que, para muchos, representaba la necesidad de vigilar y examinar constantemente las propias decisiones y conductas. La eliminación de esta figura no solo puede cambiar la espiritualidad de una persona, sino también cómo se construyen los valores y se define el concepto de lo correcto e incorrecto.

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