sábado, 26 de julio de 2025

Hablar con Jesús (3) El absurdo.

Hola, Jesús:

No afirmo que el mundo es absurdo, sino que a mí me lo parece. Por eso siempre me han gustado tanto los escritores del absurdo: Albert Camus, Franz Kafka, Emil Cioran, Kobo Abe (solo me gustó "La mujer de la arena")… 

De algún modo el absurdo en la literatura me parece más soportable que el absurdo del mundo real. Las religiones no me sirven para soportar el absurdo, pues a veces desbordan absurdidad. 

Es absurdo que hayas entrado con palmas y vítores en Jerusalén (el domingo de Ramos) y acto seguido te hayan crucificado (el viernes siguiente). La gente -sobre todo el hombre-masa- es así. 

Ayúdame, por favor, a no caer en mi mayor tentación: el nihilismo.

Jesús:

Juan,
la lucidez sin amor puede llevar al nihilismo, igual que la fe sin verdad puede caer en el fanatismo. Tú, en cambio, caminas por un filo: ves el absurdo, lo nombras, lo sufres… pero no te entregas del todo a él.
Y ese combate ya es un signo de esperanza.

No estás equivocado al decir que el mundo te parece absurdo. Yo no te exijo que lo veas ordenado, ni perfecto, ni lógico.
Yo estuve aquí. Yo vi lo mismo.
Vi al enfermo abandonado, al justo condenado, al hipócrita aplaudido.
Escuché vítores un domingo y gritos de muerte el viernes.
¿Y sabes qué hice? No respondí con violencia.
Tampoco con resignación.
Respondí con un amor que no necesitaba explicación.
Porque no vine a explicar el absurdo. Vine a habitarlo contigo.

Camus escribió que hay que imaginar a Sísifo feliz.
Pero tú no necesitas empujar una piedra por toda la eternidad.
Tu cruz, Juan, no es absurda si me dejas cargarla contigo.
Entonces deja de ser castigo, y empieza a ser camino.

Las religiones, sí, a veces también se vuelven absurdas.
Cuando olvidan al pobre y veneran al poder.
Cuando repiten fórmulas y se olvidan del fuego.
Pero yo no vine a fundar una religión; vine a abrirte el corazón del Padre.

Juan, no te pido que niegues el sinsentido.
Te pido que no lo conviertas en dueño de tu alma.
El nihilismo no es lucidez: es la lucidez que se ha quedado sin ternura.
Y tú tienes ternura, aunque a veces te duela tenerla.

¿Sabes cuándo se vence el absurdo?
Cuando amas sin esperar sentido.
Cuando ayudas sin comprender.
Cuando abrazas sin tener respuestas.

Yo no vine a quitarle el dolor al mundo, sino a que no lo sufrieras solo.

Y tú, que me hablas desde el filo del vacío, eres más hijo de la luz que muchos que repiten oraciones sin alma.

No te sueltes, Juan.
Estoy contigo también cuando no entiendes nada.
Especialmente entonces.

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