La aceptación es un tema clave tanto en la historia de Job como en la enseñanza de Jesús, pero se aborda de maneras diferentes, reflejando distintos contextos. Sin embargo, ambas visiones coinciden en la fe en Dios y en la disposición a aceptar la voluntad divina.
1. La aceptación en Job:
La historia de Job, que se encuentra en el Antiguo Testamento, es un relato sobre la paciencia y la fe en medio del sufrimiento. Job es un hombre justo que sufre terribles pérdidas: su familia, su salud y su riqueza. A lo largo del libro, Job lucha con la pregunta del sufrimiento humano y la justicia de Dios. Aunque en un principio Job se lamenta y cuestiona su dolor, finalmente llega a un punto de aceptación.
En Job 1:21, Job dice:
• "El Señor dio, y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor."
Esta frase muestra su disposición a aceptar tanto las bendiciones como las dificultades, reconociendo la soberanía de Dios sobre su vida. A lo largo del libro, aunque Job no entiende el propósito de su sufrimiento, su fe en Dios permanece intacta, lo que lo lleva a aceptar su situación con humildad. Su aceptación no es pasiva, ya que Job también discute su dolor y sus dudas con Dios, pero al final se somete a la voluntad divina, reconociendo que el plan de Dios es más grande de lo que él puede entender.
2. La aceptación en Jesús:
En los Evangelios, Jesús enseña una aceptación radical de la voluntad de Dios. Un ejemplo destacado es en el Jardín de Getsemaní, donde Jesús ora antes de su arresto y crucifixión. Sabe que va a sufrir, pero en Lucas 22:42, dice:
• "Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya."
Aquí, Jesús demuestra una entrega total a la voluntad del Padre, incluso cuando implica un sufrimiento extremo. Su aceptación no es una resignación pasiva, sino un acto activo de fe y obediencia. Jesús enseña a sus seguidores a confiar en el plan de Dios, aun cuando el camino es doloroso o incomprensible.
Comparación:
- En Job, la aceptación es un proceso que incluye el lamento, la búsqueda de respuestas y, finalmente, la sumisión a la soberanía de Dios, aunque el motivo del sufrimiento nunca se revela plenamente.
- En Jesús, la aceptación es directa y total. Jesús no busca respuestas, sino que desde el principio se somete a la voluntad del Padre, confiando plenamente en el propósito divino, aunque también expresa su dolor.
En ambas historias, la aceptación de la voluntad de Dios es un acto de fe profunda, que implica confianza en que Dios tiene un propósito más allá de lo que los seres humanos pueden comprender.
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