domingo, 5 de noviembre de 2023

Franz Kafka y el pecado original

Franz Kafka joven
El tema del pecado original es uno de los más recurrentes en la obra de Franz Kafka. En sus novelas, cuentos y relatos, el autor checo explora la idea de que el hombre está condenado a la culpa y al sufrimiento, a causa de un pecado ancestral cometido por Adán y Eva al principio de los tiempos.

En el ensayo "Consideraciones sobre el pecado, el sufrimiento, la esperanza y el camino verdadero", Kafka escribe que el pecado original no es un acto concreto que los hombres cometen, sino una condición de su existencia. El hombre nace en pecado, y este pecado lo separa de Dios y de la naturaleza. El hombre es condenado por un pecado que no cometió, y esta condena lo convierte en un ser miserable y alienado.

¿Por qué nos lamentamos por el pecado original? No por su causa fuimos expulsados del paraíso, sino por el árbol de la vida, para que no comamos de él.

No somos pecadores solo porque hayamos comido del árbol del conocimiento, sino también porque no comimos del árbol de la vida. Pecador es el estado en que nos encontramos, independientemente de la culpa.

Fuimos creados para vivir en el paraíso; el paraíso estaba destinado a servirnos. Nuestro destino fue cambiado, que lo mismo ocurriera con el destino del paraíso, no ha sido dicho.


La obra de Kafka ha sido interpretada como una premonición sobre los peligros de la burocracia, la deshumanización de la sociedad moderna y la alienación del individuo en un mundo cada vez más impersonal. Si bien esta interpretación no es incorrecta, se queda en la superficie del drama existencial del hombre moderno. La culpa, según Kafka, es algo más profundo. Somos culpables por el simple hecho de existir. Es decir, nacemos culpables.

Kafka explora esta idea en muchas de sus obras, como "El proceso", "La metamorfosis" y "El castillo". En "El proceso", Josef K. es acusado de un crimen que no conoce, y es sometido a un juicio kafkiano que parece ser una metáfora del juicio divino. En "La metamorfosis", Gregorio Samsa se despierta un día convertido en un insecto, lo que representa su transformación en un ser pecaminoso y alienado. En "El castillo", K. intenta obtener la aprobación del castillo, que representa a la autoridad divina, pero sus esfuerzos son siempre infructuosos. Klamm es una metáfora del Dios inaccesible al que solo se puede ver a través de un agujero en una puerta.

—¿Quiere ver al señor Klamm?
K se lo pidió. Ella señaló hacia una puerta situada a la izquierda, cerca de donde se encontraban.
—Allí hay un pequeño agujero, puede mirar a través de él.


El pecado original, que se repite continuamente, infirió una herida incurable en la naturaleza del hombre, que se ve condenado en la obra kafkiana a habitar un mundo —mero remedo del infierno en el que el mal moral obtiene una posición de privilegio respecto al Bien. Tanto el Mal como el pecado surgen de la ausencia de Dios, alejado del hombre por la culpa, despertando un anhelo de redención que causa una angustia existencial límite. El pecado y el Mal, representados a menudo en la figura del demonio, se convierten así en elementos esenciales del universo kafkiano.

Todos tienen en su interior un demonio mordiente y destructor de las noches y eso no es ni bueno ni malo, ya que es la vida. Si no lo tuviéramos, no viviríamos.

En resumen, para Kafka, el pecado original no es un acto concreto, sino una condición ontológica del hombre. El hombre es pecador por el simple hecho de ser hombre, de estar separado de Dios y de la vida eterna.

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