Para Rys San
El "pecado imperdonable" o "la blasfemia contra el Espíritu Santo" se menciona en Marcos 3:22-29 y Mateo 12:22-32. «Os aseguro que a todas las personas les serán perdonados todos los pecados y las blasfemias, cualesquiera que sean; pero quien blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene perdón jamás, sino que es reo de pecado eterno» (Marcos 3:28-29).
No hay una definición única y universalmente aceptada del pecado imperdonable a día de hoy, pues no se dan las mismas condiciones que cuando Jesús estuvo presente en cuerpo y alma. Hoy se considera imperdonable un estado de rechazo obstinado y consciente de la obra del Espíritu Santo, atribuyéndola a fuerzas malignas en lugar de a Dios. Este rechazo endurece el corazón de la persona, impidiéndole arrepentirse y buscar el perdón de Dios.
Interpretaciones:
• Rechazo persistente de Dios: Algunos interpretan el pecado imperdonable como el rechazo continuo y deliberado de Dios y su gracia, incluso después de haber sido expuesto a la verdad.
• Atribuir la obra de Dios al maligno: Otros lo ven como atribuir las acciones del Espíritu Santo, como milagros y sanaciones, a fuerzas demoníacas.
• Pérdida de la capacidad de arrepentimiento: Otra interpretación sugiere que el pecado imperdonable es un estado en el que una persona se endurece tanto que pierde la capacidad de arrepentirse sinceramente, cerrándose así a la posibilidad del perdón divino.
¿Es posible cometerlo hoy?
Existe un debate sobre si es posible cometer el pecado imperdonable hoy en día. La blasfemia contra el Espíritu Santo, tan específica como lo fue para la situación de los fariseos, no puede ser duplicada hoy en día. Jesucristo no está en la tierra, y nadie puede ver personalmente a Jesús realizar un milagro y luego atribuir ese poder a Satanás en lugar del Espíritu Santo.
Los líderes judíos de los días de Jesús cometieron el pecado imperdonable al acusar a Jesucristo (en persona, en la tierra) de estar poseído por el demonio. No tenían excusa para tal acción. No hablaban por ignorancia o por malos entendidos. Los fariseos sabían que Jesús era el Mesías enviado por Dios para salvar a Israel. Sabían que las profecías se estaban cumpliendo. Vieron las maravillosas obras de Jesús, y oyeron su clara presentación de la verdad. Sin embargo, deliberadamente escogieron negar la verdad y calumniar al Espíritu Santo. Estando de pie ante la Luz del Mundo, inmersos en Su gloria, cerraron obstinadamente sus ojos y se cegaron voluntariamente. Jesús afirmó que ese pecado era imperdonable.
Hoy en día el pecado imperdonable sería algo más que una frase injuriosa y desafiante contra el poder de Dios, sino, como ya hemos dicho, un estado de rechazo obstinado y consciente de la obra del Espíritu Santo, atribuyéndola a fuerzas malignas en lugar de a Dios.
El perdón de Dios:
Dios es misericordioso y está dispuesto a perdonar todos los pecados si hay un arrepentimiento sincero. El concepto del pecado imperdonable no debe ser motivo de desesperación para las personas de conciencia escrupulosa, sino una advertencia sobre la importancia de mantener un corazón abierto a la obra de Dios y buscar su perdón.
La conciencia escrupulosa:
La conciencia escrupulosa es un estado mental en el que una persona experimenta una angustia o ansiedad excesiva y persistente acerca de la moralidad de sus acciones, incluso en situaciones donde no hay una razón objetiva para preocuparse. Esta preocupación constante puede llevar a un ciclo de dudas, culpa y miedo al pecado, incluso cuando las acciones en cuestión son triviales o moralmente neutrales.
La conciencia escrupulosa es un estado mental en el que una persona experimenta una angustia o ansiedad excesiva y persistente acerca de la moralidad de sus acciones, incluso en situaciones donde no hay una razón objetiva para preocuparse. Esta preocupación constante puede llevar a un ciclo de dudas, culpa y miedo al pecado, incluso cuando las acciones en cuestión son triviales o moralmente neutrales.
^^ Me encanta, estoy encantada con este post JJAlfaya.
ResponderEliminarMuchos católicos tienen miedos infundados porque no investigan o carecen de los medios de información necesarios. Pero Dios no condena al infierno a las buenas personas. Es un Dios de misericordia, no un ser enfermizo que necesite condenar y castigar para autoafirmarse.
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