Manuel Ignacio Santa Cruz Loidi (Elduayen, 23 de mayo de 1842 - Pasto (Colombia), agosto de 1926) fue un sacerdote y guerrillero vasco conocido como el cura Santa Cruz.
Era párroco de Hernialde, una pequeña localidad situada a 27 km al sur de San Sebastián. Tras la revolución de 1868 que derrocó a Isabel II realizó propaganda activa en favor del carlismo. Detenido en octubre de 1870, consiguió huir a Francia (6 de octubre). En abril de 1872, al inicio de la Tercera Guerra Carlista, atravesó la frontera y se puso a la cabeza de una pequeña partida. Detenido en agosto, consiguió huir de sus captores y refugiarse en Francia para pasar otra vez la frontera en diciembre y ponerse al frente de sus hombres.
Actuó en la provincia de Guipúzcoa convirtiéndose en uno de los líderes guerrilleros con más conocidos, por su valentía, pero también por su crueldad. Entró en conflicto con los mandos militares carlistas debido a su independencia y se vio obligado a dejar la lucha y pasar a Francia en julio de 1873 para volver en diciembre por poco tiempo, exiliándose después en Lille y Londres. Ingresó en la Compañía de Jesús y realizó una labor misionera en Jamaica y Colombia, donde murió en agosto de 1926, después de casi cincuenta años de silencio.
El cura Santa Cruz aparece en Zalacaín el aventurero (1909), novela de Pío Baroja, donde es nombrado como el Cura, sin apellidos, y es descrito como un hombre cruel y sanguinario. Cito textualmente:
Había en todo aquello algo ensayado para infundir terror. Zalacaín lo comprendió y se mostró indiferente y contempló sin turbarse al cura. Llevaba éste la boina negra inclinada sobre la frente, como si temiera que le mirasen a los ojos; gastaba barba ya ruda y crecida, el pelo corto, un pañuelo en el cuello, un chaquetón negro con todos los botones abrochados y un garrote entre las piernas.
Aquel hombre tenía algo de esa personalidad enigmática de los seres sanguinarios, de los asesinos y de los verdugos; su fama de cruel y de bárbaro se extendía por toda España. Él lo sabía y, probablemente, estaba orgulloso del terror que causaba su nombre. En el fondo era un pobre diablo histérico, enfermo, convencido de su misión providencial. Nacido, según se decía, en el arroyo, en Elduayen, había llegado a ordenarse y a tener un curato en un pueblecito próximo a Tolosa. Un día estaba celebrando misa, cuando fueron a prenderle. Pretextó el cura el ir a quitarse los hábitos y se tiró por una ventana y huyó y empezó a organizar su partida.
* La "partida" del cura Santa Cruz constaba de unos 50 hombres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario